Ayer el Real Zaragoza como la semana pasada, dejó en Aragón TV (para mi en el sofá, y en el campo para los aficionados de verdad que estuvieron allí) un mal sabor de boca. Sé que es muy pronto y que los partidos de fútbol de pretemporada son para aprender y sopesar, para ver gestos y cambiar movimientos. Pero aun así en los dos partidos que llevamos viendo al nuevo Real Zaragoza y admitiendo que es posible que le falten jugadores importantes, la sensación es muy floja.
La auténtica curiosidad del deporte que representa a una gran ciudad como Zaragoza es su CAMBIO TOTAL. Los aficionados y los fieles zaragocistas tiene una moral inmensa, que yo desearía en otros órdenes de la vida. Por ejemplo en la política o en los trabajos sociales.
Les (nos) han cambiado todo el engranaje del equipo. Es otra empresa, otro entrenador, otros jugadores, otros gestos, otra forma de jugar y perder. Queda el césped y el color de las camisetas… y no siempre. Y los aficionados siguen siendo fieles a más no poder con simplemente el nombre del Real Zaragoza (que vete a saber si algún día no lo cambia algún rico con cara áspera y que ponga las pelas en un montón), aunque ahora se gestiona de otra forma, o defiende desde otra ideología deportiva.
Cambiar todo no significa mejorar algo. Y volver a empezar no significa dejar los errores del pasado para abrazar los aciertos. Es MUY pronto para sacar conclusiones, hay que dejar que vayan circulando los días y los aires. Pero cuidado con no acertar.
Nota.: La fotografía es de Daniel Marzo para Heraldo de Aragón
Julio Puente