Tras dos semanas en Aragón escribo esta entrada en forma
tanto de recordatorio del año más importante de mi vida, como en forma de
agradecimiento a todas las personas que han hecho posible esta experiencia.
Este año he conocido a gente maravillosa con la que sigo en
contacto y espero volver a ver pronto. He vivido experiencias únicas que tenía
pendientes por hacer en un futuro pero nunca me había atrevido o había
encontrado oportunidad a hacer, entre ellas tubing, snowboard o rugby,
actividades que voy a seguir practicando; y deportes que ya formaban parte de
mi vida hace tiempo como puede ser el fútbol.
En cuanto al instituto, lugar donde más amigos conocí, no
dejaba de sorprenderme desde que entre por aquellas puertas hasta que me tuve
que despedir; Centennial HS es un instituto que acoge al doble de estudiantes
que el I.E.S La Azucarera, mi instituto en Zaragoza, además de ser nuevos los
dos, se puede apreciar la diferencia de estructuras teniendo el canadiense un
gimnasio, un laboratorio y unas aulas en general bastante más grandes. No solo
fueron esos detalles los que me sorprendieron, si no que el hecho de no haber
un patio para el recreo y en su lugar haber diversos campos de rugby, fútbol
americano, y field hockey me llamaron la atención desde el primer momento que
fui allí. Las asignaturas no dejaron que desear ofreciendo las conocidas como
académicas y siendo obligatorias, estando matemáticas, inglés e historia entre
ellas, y las optativas, siendo educación física, cocina y liderazgo, los
ejemplos que yo escogí.
En cuanto a actividades extraescolares yo decidí apostar por
deportes, jugué a fútbol en septiembre lo cual me ayudó a hablar con más gente,
y a pesar de que no ganamos, la gente que conocí es maravillosa, pero si algo
recomiendo a próximos estudiantes del Centennial es que se apunten al equipo de
rugby del instituto, donde no era la única que desconocía hasta las normas más
básicas del deporte ni la única nueva integrante, apuntarme al equipo fue una
de las mejores experiencias y decisiones de mi año en Canadá, éramos un equipo
de 40 chicas que parecía una familia, todas nos apoyábamos y ayudábamos como si
nos conociésemos de siempre. Pero si algo fue emocionante fue jugar contra una
de las becadas que también decidió hacer rugby, Izaskun Manero; protagonizando
uno de los partidos más intensos de toda la liga consiguiendo la victoria mi
instituto por tan sólo un punto. Otro momento impresionante que viví con mi
equipo fue llegar a semifinal tras ganar a uno de los mejores equipos de la
liga en cuartos de final remontando un 12-7, gracias a un ensayo mío.
Dejando deportes e instituto a parte me gustaría hablar de
la familia, reconozco que fui muy afortunada cuando me tocó vivir con ellos,
tanto el padre como la madre siempre estaban dispuesto a apoyarme con cualquier
duda o problema que podía tener, siempre buscaban eventos por la ciudad a los
que yo podría asistir con mis amigos o me ayudaron, sobre todo al principio, a
adaptarme e informarme del instituto, así como a conseguir cualquier material
escolar que pudiese necesitar. Sus dos hijos, Bricen y Tathan siempre querían
jugar conmigo y al llegar a casa siempre venían a recibirme para contarme qué
tal les había ido el día y con quién habían jugado hoy, compartíamos mucho
tiempo ya que, además de llevarnos bien, teníamos la suerte de que compartimos
muchos gustos.
Por suerte, me tocó vivir en Calgary, a mi parecer una de
las mejores ciudades de Canadá, siendo el centro muy moderno y siempre con gente,
mientras que los vecindarios son más calmados y tranquilos. Me tocó vivir en
una casa de película, en las que siempre pensaba que me gustaría vivir, con
acceso directo a un lago, trampolín y tres pisos en un vecindario donde la
gente siempre saluda aunque no supieses quienes eran. Calgary es la ciudad más
poblada de Alberta, aunque no la capital, con el edificio más alto de Canadá
fuera de la capital, Toronto; además cuenta con la Torre de Calgary réplica de
la famosa Torre de Toronto. Esta ciudad cuenta con maravillosos paisajes
estando situada a 2h en coche de las montañas rocosas, Banff, Canmore y el Lago
Louise, de mis lugares favoritos de Canadá.
Para finalizar me gustaría agradecer a la Fundación Amancio
Ortega por hacer posible esta experiencia, a RedLeaf por organizar todo este
año y mostrar ayuda siempre que era requerida, a todas las personas que me han
ayudado desde cualquier lado del océano siempre que lo he necesitado, y a todos
los becados de Calgary por acompañarme en esta maravillosa aventura.
Muchas gracias. - Silvia Marqueta
Salinas