Antes de los varios cambios que fueron llevando al rastro de viejo de Zaragoza por varios barrios sin que en ninguno se asentara, estuvo durante décadas en los porches del Marcado Central. No era un espacio amplio, no era cómodo, pero si era céntrico y muy concurrido. Mantenía el espíritu del mercado abierto como siglos antes era receptáculo ese mismo espacio urbano.
Zaragoza necesita remodelar su rastro, darle más calidad, copiar alternativas de otras grandes ciudades, ampliar servicios comerciales, darle personalidad y obligarle a crecer en determinados productos que hoy no existen. Los rastros en las grandes ciudades son algo más que lugares de venta de ropa o de materiales muy viejos. Solo hay que viajar un poco y copiar, para intervenir y discriminar.