Es la Zaragoza minoritaria, la Zaragoza extraña por poco conocida, la curiosa, la celtibérica, la Zaragoza que existe aunque la veamos poco. Los vendedores de fe se agolpan en la Plaza del Pilar. Unos venden religiones minoritarias y se anuncian con un ramo de flores amarillas en lo alto. Otros venden ilusión en forma de papeles y números, de sorteos y premios. Todos buscan cambiar la vida de los zaragozanos.