En pleno Debate sobre el Estado de Aragón 2013, nuestra
Presidenta Rudi nos ha planteado un espacio social maravilloso en donde no hay
problemas y en donde todos somos buenos y aplicados. Bien, efectivamente así nos
gustaría ser, pero por desgracia no lo somos.
Mucho más preocupada por salirse de la tajante del caso
Bárcenas, en el que de momento a Aragón le toca muy poco aunque algunos aires
si corren, ha querido situarse por encima del bien y del mal de algunos políticos bárbaros,
que lastran la salida de la crisis y sobre todo del respeto que la clase
política tiene que tener entre los ciudadanos. Algunos políticos son culpables sobre todo
de esto, de lograr que la sociedad odie a los políticos, que es muy grave aunque nos parezca más el que se hayan llevado miles
de euros de contabilidades sin declarar a sus cuentas en Suiza.
Aragón no debe ser nunca la sucursal de Madrid, no debe ser “el
pueblito” al que se acude a lograr méritos para trabajar en Madrid, no debe ser
un territorio de segunda clase para nadie, pero menos para los propios
aragoneses.
No está funcionando la coalición PP más PAR como muy bien
saben todos, pero es lo inevitable para seguir en el poder, aunque si hay otras
mayorías. Sobre todo cuando ni se
resuelve la crisis económica y laboral, se está perdiendo el respeto por Aragón
(el poco que teníamos o nos tenían) y no hay caminos de futuro abiertos,
dependiendo como siempre de lo que nos digan desde Madrid. Por mucho que el
Gobierno de Aragón crea y nos quiera hacer creer que Aragón funciona, la
realidad es que nuestras pérdidas económicas y de empleo, en los últimos dos
años, son superiores porcentualmente a gran parte del resto de territorios en
España.
Que nos recuerde la Presidenta Rudi el daño que la corrupción
hace al sistema político parece sarcástico, pues a quien debe decirlo alto y fuerte es a su
propio Presidente de partido para que se tome buena nota. Se la ve cansada,
triste, cabreada con la realidad que tiene entre sus manos, pero hay que
recordarle que no es obligatorio ser Presidenta sin ideas y que puede abandonar
cuando ella quiera. Aunque es cierto que los recambios más posibles dejan mucho
que desear.