Una de las mayúsculas sorpresas que puede conllevar una
visita a fondo de Mallorca la proporciona su inmenso legado histórico, cultural
y artístico, auspiciado por la riqueza feraz de sus campos y su excelente ubicación
como escala comercial, tan potenciada por árabes y aragoneses. Dedicaremos otro
espacio al singular fenómeno de las lonjas de las capitales de la Corona de
Aragón y la magnífica de Palma.
A pesar del carácter “mallorquí a dins” del que buena prueba
es la profusión de maravillosos y desconocidos patios en el interior de casas y
palacios, la burguesía y nobleza de Palma, componente del cabildo catedralicio,
ha sabido también dejar volar la imaginación de Gaudí y Barceló en la catedral
del mar. Ambos han dejado una insólita y singular huella que, contra todo
pronóstico, realza la magnificencia de esa colina de piedra varada en el
Mediterráneo que nos anuncia –cual pétrea frontera- nuestra arribada a la isla,
incluso en nuestros días por avión.
Estuve pensando en Palma si semejantes riesgos controlados
–que instituirán un nuevo clasicismo en la catedral-, si esa mezcla estilística
equilibrada sería posible en nuestras catedrales. Además de que se ha producido
de manera evidentísima en La Seo hasta finales del siglo XVIII.
No será porque Aragón, juntamente con Mallorca, no haya
tenido varios de los mejores exponentes artísticos del siglo XX como Saura,
Viola o Broto. Pintores absolutamente trascendentes y aragoneses en el uso del
color.
Sería injusto reconocer qué intervenciones modernas se han
producido en el exterior de nuestras catedrales, no en el interior. A pesar de
ello, la impresionante “Venida de la Virgen del Pilar” en el exterior del
templo, el templete de la ofrenda de Bigas Luna o el malogrado encargo de
pintar una pechina del Pilar efectuado a Ángel Aransay constituirían ejemplos
no malogrados de continuidad artística. Además del museo del Foro Romano, tan
controvertido en su día por romper la perspectiva de la Seo.
Si el órgano de San Salvador es gótico, su ábside
parcialmente románico, su torre barroca y la parroquieta neoclásica… ¿porqué
descartamos como ciudad dedicar espacios en nuestro arte religioso que reflejen
una nueva espiritualidad?
El arte urbano de las medianeras tiene ejemplos en Zaragoza
que causan verdadera emoción artística, proporcionando una auténtica alegría de
vivir en estos momentos del año en que el día acorta. Como la capilla de
Barceló, consuelan, dan paz al espíritu, nos extrañan y nos invitan a la reflexión.
Luis Iribarren: 26.10