Las fiestas del Pilar son un oasis de alegría, tradición y fervor, en estos pocos días que nos concede el año para olvidarnos de tragedias, crisis, independencias, imputaciones o guerras. Sobre 140.000 personas abarrotaron una de las plazas mayores del estado, en el pregón de esa gran aragonesa, Carmen París. Otros cerca de 300.000 aragoneses y visitantes ataviados con trajes tradicionales, queriendo expresar en ellos su amor a sus raíces, en un desfile interminable, y nos dejaron cifras espectaculares e inigualables.
Unidos en ese macro desfile creyente o descreído, pero amantes de una tradición que aunque sea tan solo desde hace 50 años, muchas gentes de esta tierra ven en su virgen un símbolo. Sea por devoción o por tradición, el binomio Zaragoza y el Pilar como Patrona de la Hispanidad, nos da a conocer y atrae por unos días a nuestra ciudad a miles de ciudadanos provenientes de todos los lugares, ya sea por fe o sencillamente por disfrutar de la fiesta.
Y digo que nos da a conocer, y no precisamente por esos medios televisivos públicos de fuera de Aragón que pagamos todos ya que en sus pantallas los multitudinarios acontecimientos de la semana grande de nuestra ciudad han sido ignorados. No pasa lo mismo con los San Fermines, Fallas o Feria de Abril por poner ejemplos, en los que se vuelcan.
Disfrutemos de nuestras fiestas que luego volverá la cotidiana rutina de ver y escuchar al dios Ronaldo, al profeta Artur Mas, llevando a su pueblo al paraíso, los casos de corrupción, elecciones generales con líderes que poco o nada dicen, más allá de culpar uno al otro de las desdichas de 8 años de crisis. Mientras creyentes o no, tendremos que rezar a la Virgen para que nos saquen de ella gobierne quien gobierne. Así que, a disfrutar.
Daniel Gallardo Marin