Ya sé que estamos atravesando un
momento crucial en el devenir social y político o, al menos, un momento
interesante y complejo, en donde el ruido no nos deja escuchar, pero, sería
importante que supiéramos poner atención a lo que oímos, no solo percibir los
sonidos que emiten los demás; que mostráramos respeto por una buena conversación.
¡Qué palabra tan hermosa!
Desde muchas instancias se nos
transmite constantemente información que nos abruma, ya no sabemos si es de
hoy, de ayer o de mañana. Los canales de comunicación de los que dispone la
sociedad, hacen que perdernos el minuto anterior, equivalga a poner cara de
“ya, ya, estoy al tanto…”, aunque nuestro interlocutor nos hable de algo de lo
que no tenemos ni la más remota idea.
No se escucha al de enfrente; procesamos
constantemente tanta información y tenemos tanta prisa que ni le miramos a la
cara cuando nos habla. No nos interesa
lo que nos dice, sino lo que nosotros queremos decirle. Solo le oímos
mecánicamente absortos en nuestra nube de mínimos pensamientos deslavazados. Nos
atropellamos unos a otros porque creemos que no nos va a dar tiempo de decir lo
que deseamos.
En ocasiones, un poco de pausa,
consideración, amabilidad y algo de educación, no nos vendría mal para escuchar
y disfrutar de una conversación. El mundo sigue su curso aunque nosotros nos
bajemos a charrar, luego podemos volver a subirnos y todo será un poco más
humano.
Antonio Angulo