28.10.15

Los derechos de nuestros hijos a la paz, no están asegurados

Los que conocemos las instituciones europeas, aunque sólo hayan sido unos días bien aprovechados, nos hemos dado cuenta de que fuera de Europa ya no se puede estar. Excepto que se desmonte todo. No hay término medio y lo mejor es aceptarlo y sobre todo no engañar.

Así que Cataluña, nos guste o no, desde dentro o desde fuera de España, a lo sumo puede aspirar a una independencia de barrio periférico, de una España que ya es como país periférico, pero dentro de una Europa alemana centralizadora y madrastra. Podemos intentar convencernos de que deseamos ser independientes de todo o de algo, pero en realidad y a partir de los años 80 ya somos dependientes de Europa, poco a poco a más. Y de EEUU en cuanto firmemos el TTIP, que está al caer, con mejores o peores cláusulas.

Desde la izquierda seguimos preguntándonos si son galgos o podencos, cuando en realidad no debemos seguir por el camino de las formas sino por el de los fondos. ¿Qué tipo de políticas económicas quieren los catalanes? ¿y los aragoneses? Lo único importante es intentar incidir en las políticas sociales o/y económicas que los territorios, las sociedades y sin duda y por encima de todo, Europa sepa y quiera hacer.

Hoy nos dicen que Apple ha obtenido en un año fiscal más beneficios que el PIB que han logrado 110 países de los 187 del total del mundo, más beneficios que el valor total en Bolsa del BBVA español. Es decir, que Apple puede comprar países si le da la real gana. O la republicana, que al final sigue siendo igual, pues son las empresas y sus TTIP de todo color los que importan para dominar el mundo. Mariano es sólo una herramienta más.

Desde la izquierda seguimos pensando en diminuto, en trocearnos para mantener el logotipo y el puesto de sillón, pero seguimos sin saber incidir en la economía mundial, en convencer a las sociedades de que otro mundo es posible y mejor, al menos para la mayoría, donde estás incluido tú. Sí, tú, el que lee esto. Somos unos pobres aunque siempre tengamos dinero para echar unas cañas, pues los derechos de nuestros hijos no están asegurados. Ni el trabajo, ni la sanidad, ni la educación, ni la paz.
 
Julio M. Puente Mateo