Esta Zaragoza ha sufrido una semana de Almodóvar como poco, por culpa de algunos inconformistas de la presión sumado a los novatos de la gestión municipal. El cambio de nombre de un pabellón deportivo es de premio a lo que nunca se debe hacer por parte del PP. Si la solución a algo que no te gusta es judicializar el asunto vamos apañados. No quiero pensar qué sucedería con otro cambios de nombre de calles o con cualquier otra decisión de calado, si siguiéramos por este camino.
La otra tontada aunque aquí el Ayuntamiento ha tenido que tragar por las presiones de otros exquisitos que confunden el hambre con las ganas de comer, ha sido la retirada del cigarrillo de la boca de la “Cigarrera” un cabezudo de nueva creación. Es imposible entender este asunto si no se ha conocido a la cigarrera “de verdad”. Es como si le quitan el bigote a Marx el hermano o a Charlot, por ser pintado. Lo que produce cáncer es entre otras cosas la mierda que comemos y respiramos, incluido el tabaco. Pero a nadie se le ocurre rebelarse contra eso. Un cigarrillo como decoración de un personaje que “siempre” lo llevaba en la boca es inofensivo. Mucho más que ver los telediarios todos los días. Y nadie los prohíbe. Yo empezaría por prohibir los coches por el centro de la ciudad, más aquellos de diesel que hacen trampas.