Para los que no me conozcan, me presento, soy Silvia Marqueta Salinas una de las becadas por la fundación Amancio Ortega; estas becas te ofrecen la oportunidad de estudiar el equivalente a primero de bachillerato en Canadá o en Estados Unidos con todos los gastos cubiertos. Yo, actualmente, llevo más de un mes en Calgary, Canadá; las razones por las que preferí Canadá fueron principalmente que Canadá no es un país tan capitalista como Estados Unidos, es un país con una gran riqueza cultural y unos preciosos paisajes naturales.
Considero que llevo el suficiente tiempo aquí para contar un poco mi experiencia, pero para ello voy a empezar desde el año pasado, cuando me presente a las becas. Y si, alrededor de estas mismas fechas pero hace un año rellene la solicitud para presentarme a las becas, no mucho después, alrededor de Diciembre fui con una amiga al hotel NH de Zaragoza, enfrente del puente de Santiago, para hacer el examen escrito, tras las dos horas de examen fui a mi casa, donde les dije a mis padres y a mi tía que me iba a quedar en Zaragoza, me quite el abrigo mojado por la lluvia y me puse a ver los últimos minutos del partido del Real Zaragoza.
Más tarde, en Enero, tuve que hacer la segunda prueba, en la cual tenías que contar algo en inglés durante alrededor de cinco minutos, y yo, elegí el tema con el que más cómoda me siento hablando, el cual es fútbol, y después me hicieron una entrevista. Poco después me dijeron que me habían cogido, y llegó abril, mes en el cual me fui un fin de semana que nos sirvió para prepararnos para esta experiencia; pasé el verano preparándome y con nervios hasta que llegó el 31 de agosto, el día que cogí un ave dirección Madrid y me despedí de Aragón por diez meses. Ya en Madrid pasamos una noche e hicimos los últimos preparativos, en la madrugada del 1 de Septiembre volamos a Toronto, y unas horas después, 14 adolescentes nos dispusimos a coger un avión sin ningún adulto, lo cual salió bien. Tras un día de viaje y sin haber sido de noche para nosotros debido al cambio horario, llegamos a Calgary a las 4 a.m. (12 a.m. hora aragonesa) cansados recogimos las maletas y cada uno con su familia nos fuimos a la que sería nuestra casa durante un año.
Durante los primeros días mi familia de acogida, compuesta por un padre, una madre, y dos hijos de 8 y 5 años, me llevó a conocer el centro de la ciudad, a hacer alguna excursión, comprar material escolar y a preparar todo lo que voy a necesitar aquí, como una tarifa de móvil, un bono de transporte público… Hasta que el 6 de Septiembre tuve mi primer día de instituto, llegue y estaba muy contenta, había sabido coger el bus y ni me había perdido ni había llegado tarde.
Entramos y empezó a sonar música para darnos la bienvenida; gente bailando, saltando y los profesores en fila chocando los cinco con los alumnos, entramos al gimnasio donde hay pinturas de coyotes (la mascota de mi instituto) por todos los lados. Nos dieron charlas e hicimos juegos, la gente disfrutando la vuelta al instituto, mientras yo no podía dejar de imaginar a mis profesores chocando la mano y a mis amigos felices porque se acabe el verano, fue el primer día que descubrí lo diferentes que somos. Tras la gran bienvenida me dirigí a buscar dónde eran las pruebas para el equipo de fútbol femenino, y tras varias vueltas encontré con una chica que iba al campo, así que fui con ella, pero yo ese día no pude jugar ya que me había olvidado las botas de fútbol, así que al día siguiente a las 7.30 a.m. tuve que volver para hacer las pruebas para el equipo. Después de dos días de prueba miré las listas y ahí estaba mi nombre, así que actualmente juego en el equipo de fútbol femenino de mi instituto, Centennial High School, y estoy en dos clubes más, el club de robótica y el Model UN, en el cual debatimos sobre los problemas del mundo y más adelante iremos a conferencias a lo largo del país.
En cuanto a la educación no la veo mejor que la nuestra, yo diría que ellos tienen los medios y nosotros los conocimientos, ya que ellos invierten y apuestan por lo verdaderamente importante y tienen unas instalaciones más que adecuadas, en el Centennial High School hay 2.000 estudiantes y no necesitan barracón, mientras que el año pasado el I.E.S La Azucarera, mi instituto de Zaragoza, el cual no llega a 1.000 estudiantes tuvo que tener un barracón por la mala administración del gobierno. Pero el sistema educativo es mejor el nuestro ya que estamos más preparados, el otro día hablando con mi hermano, de dos años menos, le conté lo que estábamos aprendiendo en matemáticas hace un par de semanas, y me dijo que él ya sabía hacer esos ejercicios ya que en 2º de la ESO lo había estudiado.
Un curso escolar en Canadá está dividido en dos semestres, y en cada uno puedes cursar hasta 4 asignaturas, las mías en este semestre son Química, Matemáticas, Sociales y Educación Física. Y poco o mucho me han ayudado para, en un mes, cambiar totalmente de planes y saber que en un futuro no quiero estudiar Química, lo cual tenía ya más que claro, si no que me interesa más la política o la historia contemporánea; ahora mismo me encuentro en una situación de no saber qué estudiar en un futuro ya que me gusta tanto construir robots como hablar de la Guerra Civil Española, y es que, como dice mi padre, <<el saber solo es uno>>; y yo soy el vivo ejemplo, una amante de las matemáticas y la ciencia y, a la vez, de la historia y el periodismo.
Espero aclararme un poco más a final de año, porque por ahora lo único que tengo claro es que quiero estudiar en la Universidad de Zaragoza.
Calgary, la ciudad en la que estoy yo, es una de las más extensas de Canadá y cuenta con el doble de habitantes que Zaragoza, lo cual puede parecer una tontería, pero se me hace raro. He pasado de vivir a cinco minutos andando del centro, a 1 hora en transporte público, y es que parece un país diseñado para los coches, ya que, al vivir en casas unifamiliares los barrios son más grandes y, desde mi punto de vista, no cuentan con las comodidades necesarias, no tienen bares, ni supermercados, ni centros de salud, lo único que tienen los barrios aquí es una pequeña zona con un par de cafeterías y un banco; así que si necesitas ir al médico o a hacer la compra tienes que coger el coche.
Es por ello que yo me muevo en transporte público, el cual deja, a veces, mucho que desear, Calgary, al ser una ciudad tan grande, cuenta con una red de autobuses, la cual es pésima, ya que los autobuses tardan entre 30-40 minutos, y un tren, el cual tiene dos líneas, una que cruza la ciudad de este a oeste y otra de norte a sur, y el cual, es muy cómodo, ya que no tienes que esperar prácticamente nada a que llegue.
Otra comparativa, es que Zaragoza, como todas las ciudades europeas, cuentan con un centro de la ciudad histórico, estando los edificios más nuevos y modernos a las afueras de la ciudad, lo cual es muy diferente aquí, ya que Canadá sólo tiene 200 años de historia, por lo que el centro de la ciudad son rascacielos de oficinas rodeado de vecindarios con casas unifamiliares y muchas zonas verdes y parques, ya que, si algo deberíamos de aprender, es a construir más zonas verdes en nuestras ciudades y pueblos; Canadá es el país con el aire más limpio del mundo y no es de extrañar cuando cada 5 minutos te encuentras un parque o un campo de fútbol, o simplemente una extensa llanura con hierba.
En definitiva, Canadá es uno de los mejores países del mundo para vivir, pero a pesar de todo yo no veo Canadá como mi posible residencia en un futuro, ya que como en casa en ningún sitio, y mi casa es Aragón.
Silvia Marqueta Salinas