Se ha consumado el patinazo del PSOE, inconcluso por cierto, al que le quedan algunos capítulos finales. Tenemos la suerte como generación histórica, da igual si es suerte buena o mala, de haber asistido en España al inicio del 15M, de Podemos y el fracaso de un PSOE incapaz de entender las jugadas de las piezas contrarias.
Estamos hablando de cinco años furiosos, donde se mezclan decenas de problemas que hoy casi nos parecen irresolubles, junto a nacimientos y decaimiento de opciones políticas diversas en Europa, España o incluso el mundo globalizado que quiere defenderse con una manipulación de los Tratados Comerciales y las compras masivas de tierras o de sociedades.
En España confundir el socialismo con el PSOE es un error. Pensar que el socialismo nunca morirá es otro. Pueden surgir diferentes sistemas progresistas aunque ahora no nos los podamos imaginar. Creer que la política es más poderosa que la economía es otro infantilismo peligroso.
No hay que prepararse para defendernos de las ideas políticas, sino para defendernos de algunas ideas económicas.
Estos años están siendo muy importantes en la historia de España, aunque como es lógico ahora no lo estamos notando en su amplitud. Está cambiando el sistema, al que de momento solo se agarran las fuerzas conservadoras, mientras que las progresistas ya han ido dibujando el abandono y la desafección.
¿Qué le vendrá a esta sociedad, cuando ya no haya nada que nos produzca fé en “un” sistema?.
Esto último, lo voy a dejar para la siguiente entrada pues tiene complejidad ideológico mi planteamiento o idea casi filosófica, pero de momento advertir que soy de los que piensan que derribar algo para construir “lo nuevo” es muy peligroso, pues nunca hay un solo arquitecto ni un solo grupo de aparejadores. Y podría ser que la obra final se la llevaran “los otros”.
Creo más en las reformas profundas, mucho más lentas y en apariencia más inseguras, sobre todo porque la izquierda es tan tonta que nunca sabe agruparse para marcarse metas, objetivos. Esto la derecha lo tiene más que superado. Ni lo duda.
Julio Puente Mateo