En el cuarto
espacio zaragozano y la provincia de Teruel, la apicultura está en crisis. Este sector
fundamental debería recibir apoyo del Gobierno de Aragón pero también de
Turismo de Aragón por ser un producto de excelencia.
Este año,
como supondréis, la situación se ha agravado por un problema de producción
derivado de la falta de flores que no han brotado por la pertinaz sequía.
Además de que se advierte un retraso en las temporadas, el invierno comenzó en
marzo y heló las flores.
Ello impide
asimismo el papel crucial en la
polinización que tienen las abejas para la creación de brezo o monte autóctono.
Flora de la
Sierra de Albarracín.
Pero la
presente cosecha reducida a la mitad tendrá otro factor exógeno todavía peor
para poderse vender: la normativa europea permite denominar como miel de
mezcla, al no citarse proporción, miel importada de Asia con porcentajes
ínfimos de miel de Zaragoza, Huesca o Teruel.
De los 1.200
apicultores de Aragón, 300 son Teruel y son los que mayormente han venido a
concentrarse en la Plaza del Pilar de Zaragoza y reivindicar un cambio en el
etiquetado.
El problema
también es otro, no identificamos la miel de Teruel como las mieles de la
Alcarria o la Sierra de la Demanda. Quizá sería conveniente buscar marcas de
calidad para la miel Gúdar-Javalambre como mínimo. Dado que el queso de
Albarracín gana premios mundiales.
Javalambre produce excelente miel de romero y tomillo a
incorporar en los desayunos valencianos de su estación invernal, balneario o
visitas al Centro de Estudios de Física del Cosmos de Aragón.
Aquí hay un
trabajo aragonesista por hacer. La miel aragonesa tiene enorme y no menor
calidad.
Desarrollo
rural endógeno es apoyar lo que ya hay, respecto de lo que no hay que realizar
nuevas inversiones. Será por eso que no se hace. Es revelador que el Plan de
Obras y Servicios de las Diputaciones, excepto en Cataluña, no contemple nuevas
subvenciones para mantener las infraestructuras
ya existentes sin renovarlas.
21/10 Luis Iribarren