La denominación de origen Calatayud ha apostado por
una nada no confusa campaña de imagen relacionando la personalidad de sus vinos
con la altura a la que se encuentran sus impagables garnachas.
Siguiendo la estela de la eficaz campaña “El vino de
las piedras” de la denominación Cariñena con apoyo del Gobierno de Aragón.
Lejos queda la época en que estos vinos se vendían a
granel a Rioja para subir grado. Afortunadamente.
Nuestros personales vinos de límite se comportan con
un sabio envejecimiento en barrica que no les quite el sabor a melocotón con
vino como el más fragante y sutil de los Borgoña. Lo mismo que la denominación
Ribera del Duero, también viñedos de altura.
Toca recordar, sin embargo, que no solo la altura
retrasa la maduración. En Nueva Zelanda, California o Sudáfrica pueden ser las
nieblas o microclimas especiales creados por el efecto Foehn. Pusimos el
ejemplo de Mendoza, en la falda del Aconcagua, con su relación con la Virgen de
la Carrodilla de Estadilla, patrona de estos vinos porque allí fue llevada
dicha virgen oscense.
Ahora toca emparentar nuestros viñedos de altura con
el fascinante paisaje que rodea Ciudad del Cabo, de clima mediterráneo seco y
que produce unos vinos gomosos encauchutados alucinantes, el paisaje de Paarl.
Otro año tocará otro hermanamiento.
Preciosa
imagen aérea de los viñedos de Villarroya de la Sierra, de altura y barro
fundidos. Clarísimo territorio Shirah.
Felicidades a la denominación Calatayud por su
iniciativa. Los Langa haciendo una labor callada inteligente con cavas y
garnachas viejas. Pero elegiremos otro paisaje más telúrico.
03/10 Luis
Iribarren