El fútbol es fiel reflejo del poco apego y defensa de lo que es nuestro. Nos quejamos de esa falta de respeto y usurpación de otros. No hay más que mirar el litigio de los bienes o los empeños trasvasistas. Falta de respeto no solo desde el centralismo, sino también de otras comunidades. En general nos sentimos aragoneses, pero no nos importa que desde el gobierno de Madrid nos dejen los últimos. Nos sentimos aragoneses pero preferimos ser del Barcelona o del Real Madrid, antes que del Real Zaragoza. Y solo es fútbol, pero vale como ejemplo.
Movimiento social donde se identifican miles de personas en un mismo sentimiento con el equipo que les representa. Hace unos días fui a recoger a mi nieta a la salida del colegio. En la algarabía que se forma en la salida del centro estuve observando cómo esos pequeños aragoneses, futuro de esta comunidad, vestían en un alto porcentaje indumentaria del Madrid y del Barcelona, otros de la selección y solo mi pequeña nieta, llevaba la camiseta de nuestro Zaragoza. Solo una camiseta zaragocista entre tanto niño. Y, mi nieta, como si fuera una extraterrestre en su propia tierra. Ante esa triste visión, realice una pequeña encuesta a sus progenitores. Las respuestas fueron que el fútbol es otra cosa, o que los nuestros por utilizar un eufemismo y no otras lindezas, son malos. Nunca lo entenderé.
Para mí todo tiene relación con el ser y con el sentirse aragonés, sea en el deporte, música, arte o concurso televisivo, me da igual. En esta línea se quejaba recientemente Ander Herrera cuando decía que ojalá en Zaragoza se llevara la camiseta de nuestro equipo como en Bilbao la del Athletic. Allí todo el mundo reconoce que los jugadores del Barça o Madrid son buenos, pero su equipo es el mejor. Esté como esté y pase lo que pase. ¡Sana envidia! Ojalá en Zaragoza fuéramos igual. Otro gallo nos cantaría.
Daniel Gallardo