Por la afición al Real Zaragoza |
Difícil es en estos momentos hacer aunque sea un humilde comentario con frialdad e imparcialidad, cuando mi sentimiento es zaragocista y eso en estos momentos me lo hace mucho más difícil, cuando el comentario soñado que hubiera querido redactar, nunca hubiera sido precisamente este que hago.
Confieso que he llorado. No sé si como un niño o como un hombre y no me avergüenzo. Dicen que una lágrima contienen hormonas prolactina, pero en mayor proporción sentimiento. Sentimiento generalizado, como la mayoría de mis amigos y amigas de la peña zaragocista de Utebo y de tantas otras.
Bares, terrazas o en sus casas, en cualquier rincón de Aragón después de haber casi tocado el cielo de Primera División con los dedos, nuestras ilusiones compartidas con todxs se venían abajo. En mi mente llena de futuro y alegría minutos antes, solo estaba presente el final feliz que todos imaginábamos. Mi pena no es por mi propio ego, mi empatía va más allá de lo estrictamente deportivo porque, por primera vez en muchos años, he visto a mujeres, hombres y niños ilusionarse y sentir al Real Zaragoza como algo suyo.
Duele en el alma ver a jugadores con lágrimas en sus ojos, sintiendo no haber podido dar esa alegría a una afición que ha estado a muerte con ellos. Duele también ver a ese puñado de valientes directivos aragoneses que alejaron al equipo de una segura extinción, para quedarse en las puertas del milagro. Y siento una enorme tristeza por eso valientes amigos zaragocistas que allí estuvieron dando su apoyo, a pesar del alto coste y lejanía y por una ciudad que se queda lejos de volver a sonar en un ámbito de mayor resonancia en medios, a nivel social y empresarial.
Quiero quitarme este pesar y mirar al futuro, a pesar del desgaste que supone vivir en una categoría menor. Mañana volverá a salir la luz y veré, veremos, las cosas de otra manera. Solo pido que desde ese kilómetro cero, con una buena base y una afición ejemplar, el apoyo increíblemente demostrado no sea ocasional. Que no queden al margen las instituciones, que el zaragocismo es de interés general como se ha demostrado siempre. Unidos, la estancia en ese purgatorio que no nos corresponde se pasará enseguida. Que un año no es nada.
Daniel Gallardo