La suerte está echada en nuestra
querida Zaragoza, capital de Aragón. Lo que no sabemos es si la
mano va de farol o ciertamente se cuenta con buenas cartas. El momento ha
creado ilusión en muchas gentes de buena voluntad, pero los comienzos del Sr. Santisteve, a la vista de las imágenes que nos
proporcionan las redes y los medios de comunicación, nos auguran un trayecto
convulso.
Al contrario que a alguno
de sus compañeros, cualquier vecina o vecino de Zaragoza que tuviera la
oportunidad de tener entre sus manos la banda que le designa, aún siendo un
símbolo más, mostraría con orgullo la
condición de ser concejal o concejala de su ciudad. No haría guasa de la
situación, ni la utilizaría cual cinta para recoger su melena o como fular de
paso de baile.
Afortunadamente,
no es lo mismo la libertad, la dignidad, el derecho ciudadano y la ideología, que
la chabacanería y la vulgaridad demostrada por algunos de los elegidos. Espero que a partir del día
siguiente, alguien ponga un poco de cordura y sean conscientes que van a gobernar una ciudad
de setecientos mil habitantes y que sobre ellos recaen múltiples miradas,
además de ser el referente de la imagen exterior de la ciudad. También sería
conveniente que recuerden, cada mañana, que únicamente cuentan con nueve
concejales de treinta y uno, así su tarea quizás sea más llevadera.
Antonio Angulo