El barrio de San pablo, el barrio “del Gancho” de Zaragoza es hoy un barrio céntrico que en los últimos años ha visto como poco a poco iba mejorando sus calidades urbanas y sociales, hasta ir convirtiéndose en una nueva referencia de lo que se puede hacer para esponjar un entramado de calles estrechas y a la vez ir renovando sus edificios y sus vecinos, aunque todavía falta un gran trabajo para dotar de mejores servicios comerciales y de una personalidad propia que lo impulse hacia un nuevo camino más personal.
En un principio esta zona, cuando Alfonso I conquistó Zaragoza, era una zona sin casi habitar, llena de sendas y caminos de labor, de pequeñas torres y una ermita dedicada a San Blas. Cuando desde Zaragoza se iba en romería hasta la ermita de San Blas se encontraban con muchos árboles y una gran vegetación y por ello por delante de las procesiones iba un gran gancho u hoz que limpiaba el camino de ramas largas que entorpecían la llegada de la procesión.
Con los años aquella zona se fue edificando creando un populoso barrio de pequeños comercios, artesanos y vendedores de todo tipo, que anunciaban sus productos con carteles y telas que colgaban entre edificios con largas cuerdas, que cuando pasaba la procesión si antes no se habían retirado, eran también cortadas por “el gancho o la hoz” que abría paso a la comitiva.
Ahora, con un Mercado Central en clara renovación para adaptarse a su entorno, con un tranvía que en breve circulará por su lateral, con una actividad teatral, musical y cultural en claro aumento con propuestas novedosas y frescas, es un entramado de calles que avanza hacia una revitalización imparable hacia su modernidad.