Tranvía y trolebuses Zaragoza 1961 |
Hace años, Zaragoza llegó a contar con 14 líneas de tranvía. Y así han ido de la mano durante décadas ciudad y tranvía. El arraigo a este medio de transporte lo demuestra el que Zaragoza fuera la última ciudad del Estado en suprimirlo. Con la iniciativa del grupo municipal de CHA para volver a recuperarlo, en la década de 1990, empezó a gestarse lo que hoy día, según la consultora Solutrans, es el mejor proyecto llevado a cabo en España.
El tranvía actual de Zaragoza como servicio urbano de transporte recorre los principales ejes de demanda de la ciudad, las zonas más céntricas y pobladas y discurre totalmente en superficie. Es totalmente accesible, no contamina y es muy rápido. A esto hay que añadir la gran valoración ofrecida por los ciudadanos, con 1000.000 viajeros en días laborable y, muy importante también, que los 21 tranvías que hoy vuelven a ser parte del paisaje habitual como ya lo fuera en antaño se fabrican en Zaragoza, en la CAF.
Pero como aquí, por sistema, lo que a unos gusta para otros se convierte en fobia, cada día el pobre tranvía tiene que lidiar, a pesar de la nota Cum Laude, con todo tipo de enemigos, por supuesto los que siempre estuvieron en contra.
Que si la deuda es mucha, que si siempre se va de pie y está lleno, o asuntos contradictorios como que tendría que tener más usuarios. Todo vale con tal de poner trabas ante el proyecto de una segunda línea.
Otra cosa es implicar a la ciudadanía para preguntarle por dónde quiere que pase. Participación que, por cierto, tuvo un resultado de risa. Porque cuando este tipo de consultas se hace de cara la galería, en lugar de dar soluciones el gobierno de la ciudad crea conflictos.
Para estas cosas, doctores tiene la iglesia. En una gran ciudad debe ser la gente experta, los técnicos, quienes deben diseñar, plantear y resolver las necesidades de transporte, porque si lo decido yo, seguro que quiero que pase por la puerta de mi casa. No obstante, me conformaría con ver la segunda línea del tranvía en marcha, egoísmos aparte.
Daniel Gallardo Marin