Vivir
en la Margen Izquierda de Zaragoza ha supuesto para mí vivir en espacios
abiertos de forma semejante a los de mi pueblo de origen. Vivir sin agobios ni
mucho ruido, cruzar a Zaragoza ó visitar la avenida de Madrid como los nudos de
comunicación que crean las estaciones de metro en Tokio. Viajar dentro de la
ciudad hacia un hormiguero y pensar en la rebelión de las masas.
Sin
embargo, vivir cerca del Ebro y del Gállego hace que en Berlín, en París o en
Oporto te dirijas sin saber porqué a las orillas de sus ríos. Que disfrutes
especialmente de los mercados, museos y arquitectura que en ellos –y por fin en
Zaragoza- los amueblan.
Así
como los vecinos de Torrero sentirán especial querencia y nostalgia cuando
visiten Candem, Venecia ó Ámsterdam. Esa sensibilidad se desarrolló de modo muy
fuerte por mí, creando una pasión –objeto de esta serie de reflexiones- por los
puentes de estructura metálica.
No
tanto debida al Puente de Hierro sino relacionada con el Puente de Santa Isabel
que llevaba a mi padre y sus compañeros a Malpica y que nos llevaba a los dos a
la torre de un compañero de trabajo que nos permitía cultivar su huerto en
Movera, haciéndonos volver a nuestro mundo los domingos por la mañana.
Cuando
las circunstancias me han permitido viajar, he sentido junto con la vibración
del Puente Eiffel de Oporto, y el asombro por cruzar los puentes de Brooklyn
nevando y el de Queensboro con cierzo a 10 bajo cero, una indecible nostalgia,
un deseo irreprimible de haberlo cruzado con mi padre y no en otra compañía. La
asambleya celebrada en Santa Isabel-Brooklyn la semana pasada y su pequeño
casco viejo arracimado en la carretera de Barcelona, su ambiente brookliniano,
me han sugerido este pequeño recordatorio.
Por
muchas veces que haya cruzado el puente de Santa Isabel andando, y lo hago al
menos dos veces al año, o atravesado el Puente de la Peña cada vez que subo a
mi pueblo, dejo de sentir mi pasado como parte maravillosa de mi presente. Dedico
esta reflexión a mis convecinos de Berdún y Jacetania que emigraron como mi
abuelo a California y se establecieron bajo el puente del Golden Gate.
Luis
Iribarren, 28.09.