Es Zaragoza. Es una persona que dormita sobre su pasado,
encima de su presente, en la Zaragoza que no mira. Es Zaragoza también , es
aquí al lado, en una calle muy comercial de un barrio muy populoso. Hace unos
años no era fácil ver a un hombre joven tirado a las 11,17 horas de un domingo,
excepto que estuviera bebido de la noche anterior. Hoy es desgraciadamente
habitual encontrarlos en los barrios, no ya en los centros urbanos. Se llegan a
integrar con los vecinos, se dejan ver y se les conoce. Forman parte
desgraciadamente del paisaje habitual de la pobreza y la vergüenza. Ya no
tenemos broten verdes sino vigorosas ramas de un árbol que no está creciendo
para todos. Enmarcando a la persona tenemos un bello mural vandalizado. Los
impulsos urbanos logran que las pobrezas queden diluidas entre marcos de
pobreza. Así se ven menos.