Nos quejamos muchas veces del urbanismo de nuestras ciudades, de la
manera en que los técnicos ordenan los elementos que crean ciudad,
criticando el resultado final. Ahora estoy en una ciudad inglesa, algo
más grande que Zaragoza.
El caos de diseño urbano en el centro es
apabullante. Complicado de entender. Junto a iglesias muy antiguas hay
edificios muy modernos, espacios vacíos sin urbanizar, grandes edificios
de garajes en altura feos de mirar, centros comerciales sin orden, muy
diferentes alturas y complicados sistemas de circulación. No es
criticable al ser una zona donde lo normal es este crecimiento
desordenado y muy amplio. Las ciudades se amplían enormemente por el
tipo de construcción, lo que impide incluso en los centros urbanos un
diseño compacto y ordenado.
Este tamaño tan inmenso además de crear miles de espacios semi vacíos repartidos entre muy diversos usos, desde industriales, comerciales o de viviendas, complica la calidad deL mantenimiento. Es imposible una conservación y limpieza incluso básica de los elementos de tan basta espacio, que siendo urbano no lo parece a un forastero. En Zaragoza cuando un asfaltado o unas baldosas están en malas condiciones las quejan aumentan. Aquí es imposible pues hay un exceso tremendo de puntos de actuación, cientos de calles donde a lo sumo hay mezcladas unas fábricas junto a unos edificios comerciales, y media docena de unifamiliares bellísimos.
Si a todo esto le añadimos un uso de la publicidad estática de enorme tamaño cubriendo edificios enteros, nos queda una sopa urbana que contrasta casi con el aburrido paisaje de Zaragoza, todo ordenado y diseñado para ser compacto. Debo decir que no cambiaría la facilidad de uso y disfrute de mi Zaragoza por esta mezcla tan compleja de estilos y colores.
Este tamaño tan inmenso además de crear miles de espacios semi vacíos repartidos entre muy diversos usos, desde industriales, comerciales o de viviendas, complica la calidad deL mantenimiento. Es imposible una conservación y limpieza incluso básica de los elementos de tan basta espacio, que siendo urbano no lo parece a un forastero. En Zaragoza cuando un asfaltado o unas baldosas están en malas condiciones las quejan aumentan. Aquí es imposible pues hay un exceso tremendo de puntos de actuación, cientos de calles donde a lo sumo hay mezcladas unas fábricas junto a unos edificios comerciales, y media docena de unifamiliares bellísimos.
Si a todo esto le añadimos un uso de la publicidad estática de enorme tamaño cubriendo edificios enteros, nos queda una sopa urbana que contrasta casi con el aburrido paisaje de Zaragoza, todo ordenado y diseñado para ser compacto. Debo decir que no cambiaría la facilidad de uso y disfrute de mi Zaragoza por esta mezcla tan compleja de estilos y colores.