Se habla de un posible apaño en un partido de fútbol decisivo para el Real Zaragoza y se comenta que sobre los bolsillos había un millón de euros troceados que entraban y salían. Y hay que entender que estamos hablando de deporte con una reglas muy claras para la juventud, que esto no es circo ni teatro, y que si un equipo se mantiene en una categoría es porque otro que no pudo pagar presuntamente más, bajó a otra categoría.
La policía y los juzgados saben lo suficiente, tanto que algunos abogados hablan de no mentir para ver si así se logran perdones a medias. Seguimos hablando de deporte y de presuntamente.
El Real Zaragoza ha pasado por turbulencias en estos últimos años que no le han dejado limpio de polvo y paja. Ahora toca pagar las deudas aunque duela y salgan caras. Sobre todo porque no van a pagar los que jugaron con los dineros, los que se creyeron dueños de razones y nunca tuvieron razón.
Se dice y parece que incluso se ratifica, que se ingresaba dinero para luego devolver, es decir, para crear dinero negro con el que poder compensar. Un sistema viejo de convertir dinero blanco en negro, panes y peces en maná para bodas de amiguetes. Mal asunto que costará un serio disgusto, a poco que no sean capaces de inventarse otro milagro.