Zaragoza está estos días llena de gente
por las calles. Es fiesta, hace buen tiempo y hay ganas. Los zaragozanos y sus
turistas han tomado las calles. Hay que reivindicar el espacio público y darle
sentido de ocio, de “estar”, de uso suave. Hay que replantear el espacio público como lugar
importante, con los condicionantes que nuestra ciudad tiene para poder utilizar
la calle como elemento válido en todo momento.
Es un camino de rediseño en dos fases.
Abrir nuevas posibilidades urbanas y darles sentido de uso útil. Tenemos en Zaragoza
un exceso de buenos lugares públicos, de enormes espacios públicos para ser
utilizados por las personas, pero no falta definirlos y llenarlos de personas.
Algo complicado, sin duda.
Desde hace décadas, hemos tenido en el
Ayuntamiento de Zaragoza el mismo problema para definir en qué ocupar los
espacios públicos, sin que veamos novedades interesantes. El gran problema no
son las inversiones, que hoy lo pueden ser, sino el definir para qué, en qué,
por qué vamos a crear nuevos espacios urbanos para uso público.
Hay ciudades europeas con el trabajo bien
realizado, aunque hay otras y conocidas, que están peor que Zaragoza. El exceso
es un gran hándicap, pues diversifica las ideas y las inversiones sin explorar
nuevas posibilidades, sin ponerlas en valor por la dispersión de la oferta y la
demanda.
No es tiempo de grandes espacios, ni de
muchos espacios. Posiblemente sea el tiempo otra vez de la clásica “Plaza Mayor”
rediseñada, una por cada 20.000 a 30.000 vecinos, fija y claramente asumida por
todos los vecinos como punto de referencia, y ocupada constantemente por
modernidad leve pero sobre todo por comodidad de uso. Hay que llevar personas a
estos espacios, y para ello hay que llevar antes servicios de uso, de
comodidad, y analizar qué se debe hacer en cada momento, sin criterios rígidos
pero si con un mínimo de actividad.
La suma de servicios públicos y privados
es tal vez el punto de sinergia más importante. Tenemos plazas pequeñas
repartidas por Zaragoza que están llenas de personas descansando, niños
jugando, cafeterías llenas, un uso intensivo del que deberíamos aprender.
Basado sobre todo en pequeños conceptos. Seguridad para los niños, lugar
abrigado y recogido, alejado del tráfico pero de acceso muy sencillo, céntrico
para muchos vecinos, con algún servicio añadido leve, como una zona de juegos
infantiles o una zona verde que sirve para jugar al balón. Bancos, control del
cierzo, poco ruido y tráfico, árboles que naturalizan el entorno, y un punto
añadido de actividad pública.
Limpieza sobre todo, algo que entendemos
básico y no se cumple. Y actividades públicas puntuales que sirvan de revulsivo,
de motivación temporal, de atractivo para atrapar visitas. Y adaptar los espacios ahcia la comodidad de uso.