No hay duda histórica sobre la importancia de la ciudad de Zaragoza en la implantación de la imprenta en España. Desde casi finales del siglo XV hay constancia de impresos hechos en Zaragoza, en donde se destacaba no tanto por el número de empresas de impresión, como por su calidad y cuidado.
Dos hechos hicieron que la imprenta llegara muy pronto a Zaragoza, el primero nuestra buena relación comercial con Italia aunque no fuéramos la primera ciudad española. Lo cierto es que unos 25 años después de inventarse la imprenta ya había talleres en Zaragoza. En aquellos siglos, esos años eran muy pocos para globalizar servicios.
El segundo motivo fue la excelente influencia que la Iglesia zaragozana tuvo siempre con su necesidad de tener libros para poder ampliar sus predicamentos. Y esa influencia en la España católica hizo que junto a las buenas comunicaciones desde Zaragoza por su posición en el Valle del Ebro, enseguida fuera rentable instalar imprenta en nuestra ciudad.
Zaragoza disponía de una buena red de molinos para hacer papel, ya tenía una estructura reconocida en manuscritos, y su clima ayudaba y mucho a que la tinta se secara de forma rápida. La competencia con Barcelona o Valencia jugaba a favor de Zaragoza, no tanto en cantidad como en calidad de los libros impresos.
Hay que tener en cuenta que de entrada no había en Zaragoza profesionales de la impresión y que estos vinieron al principio desde Alemania en casi todos los casos. Poco a poco fueron creando escuela y ampliando el tejido de impresores pero siempre conservando la gran calidad tanto en impresión como en la creación de tipos para imprimir, el papel o las tintas.