No es lo de menos que existan, sí es lo de más que incluso insignes munícipes tengan que hablar de desarrollo rural en el Pleno pero, en ese viaje bipolar hasta la octipolaridad que demasiados habitantes del medio rural tienen –con toda su geta de cemento y su sentido que si no es así no se puede de convivir…-, después sean familiares de propietarios de establecimientos hosteleros donde ver a alguien en la barra es un milagro y que te sirvan si no eres para ellos brahmán la aparición del Espíritu Santo. Bares y lugares donde ser alcohólico es técnicamente imposible… En el Pirineo son demasiado frecuentes…
Conviviendo en su proximidad con establecimientos eficientes, instalados en el 4.0, que lo dan todo y más y, sobre todo, son plataformas ideales para la proyección de la agroalimentación de cada sitio.
Por eso esta última guía-peñazo, no Peñín, os quiere presentar esos restaurantes que por ellos mismos justifican, y de hecho así sucede, la visita a una población y sus monumentos. Iremos desgranando los que tienen relación conmigo y no, entre esta lista los hay y no de mi gusto personal. Abordaremos comarcas y momentos del día.
1.- Desayuno/almuerzo: Cinco Villas.
Me gustan los bares de Sos y Uncastillo por lo bueno que es su pan y repostería. Los establecimientos que más me gustan en Sos son el bar-restaurante Vinacua y El Caserío, un poco fuera del transitadísimo casco viejo. Históricos ambos, el segundo me trae muy buenos recuerdos de mi padre. Su forma de caserío me recuerda al restaurante Javier, en Navarra, donde trabajó mi familia.
2.- Vermú: para mí el mejor es en la Comarca de Cariñena.
Grandes bares de vermú en Cariñena y Paniza. A mí me gustan muchísimo por su abundancia en vinos del país La Cantina, en la primera, con una selección de tapas de vermú alucinante y la histórica referencia del Bar el Arco en la segunda y sus afamados vinagrillos.
Son un buen prolegómeno para comer en ese pueblo que rodea un restaurante en que se ha convertido Almonacid de la Sierra o la Terraza el Paradero en la propia Paniza.
Legendario restaurante setentero, parado en el tiempo, vintage, me entusiasma… Y se come muy bien menús de setas.
3.- Comida.
Como el propósito es el de elegir lugares-comedero, mis cuatro favoritos son el Casa Agustín de Albalate del Arzobispo, la Fonda Alcalá de Calaceite –famosa por sus alubias con sardina-, el Rodi de Fuendejalón y el emocionante lugar donde la caza y setas son las reinas del menú, Hostal la Venta de Malanquilla. En el bellísimo valle del Ribota.
En mi querida Huesqueta, los de Jacetania no os los tengo que presentar, menos a vascos y navarros. Así que no nombraré la Trobada de Berdún ni el Anaya de Puente la Reina…
Por eso, además de los célebres restaurantes de Alquézar o el Carrera de Labuerda en Sobrarbe, bien conocidos, dos recomendaciones que os haría es comer en Benabarre-Purroy de la Solana en el incomparable Mas Roy y, en mi zona, me gustan mucho los restaurantes de Bolea (Casa Rufino) y Ayerbe (la Floresta).
4.- Cañas y algo de picar por la noche.
Incluyendo las cabeceras comarcales pero no a todas y huyendo del presunto ambiente que puedan tener Jaca y Benás en según qué momentos, a mí me gusta para la tarde-noche el eje Monzón-Binéfar, muchísimo Alcañiz y, a menor escala, una vuelta por l’Aínsa-Boltaña.
En Zaragoza provincia, un paseo largo por la ciudad del Agua y a buscar buena música en algún bar de Ejea. Borja-Tarazona también son sobresalientes para tapas de tarde y copa tranquila.
5.- Dónde tomar un café maravilloso.
Para eso elijo en Huesca Morillo de Tou o Ligüerre, los pueblos rehabilitados. En Teruel, donde mejor gusto he tenido ha sido en la plaza de Camarena de la Sierra, cuyo nombre me parece precioso y a la que rodea un entorno de paz absoluto. Cuenta además con un longevo árbol en su plaza. En Zaragoza, me gusta el ambiente de mitad de mañana de Belchite y comprar aceite en la gasolinera.
Admito sugerencias y completar esta lista con vuestros comentarios. A veces, dar un paseo desde Zaragoza por Alagón, Remolinos y el Imperdible, San Mateo –la Venecia del Bajo Gállego-, nuestra preciosa Villamayor o Leciñena –a comer pan con aceite y visitar el frente Orwell- es más que suficiente… Todo vale…
Como soy de donde soy, quizá no sean los mejores farinosos del mundo los de Alcubierre, pero se llaman Berdún. Así que allí que voy.
21/09 Luis Iribarren.