No todos tenemos la culpa por la situación política actual que se está viviendo. Culpa por crear desde un principio desigualdades y privilegios en un estado que debería haberse constituido desde la igualdad. Autonomías creadas y tratadas como históricas: Cataluña, Galicia y País Vasco y de propina, Andalucía con PER incluido. País Vasco junto con Navarra con un régimen foral distinto al común que las hace ser más ricas.
Fue culpable un gobierno aragonés, por entonces de UCD, que nos metió por una vía lenta, la del Artículo 143, sin premio por esa fidelidad en esa eterna sumisión y falta de ambición que hoy nos sigue lastrando.
Culpables gobiernos centrales, aliándose con el diablo por mantenerse en el poder a cambio de sus apoyos. Partidos, discriminando a los que callan y del lado de los que más gritan. Alimentando la fractura y haciendo estos oído sordos y sin querer ver el descarrilamiento del tren independentista con toda su carga teatral y demagógica.
Culpables gobiernos, estos y anteriores, con algunos de sus miembros corruptos. Lejos estos de ver las orejas al lobo, lo han estado sustentando. Aquí, lejos de luchar por cuanto nos pertenece, la sociedad aragonesa espectadores de hielo, lejos de sacar algún provecho de la deslocalización que se produce en Cataluña, nos sumimos en un mar lágrimas con los peores presagios en ese intercambio comercial que mantenemos con nuestros vecinos.
Y hasta aquí hemos llegado, fruto de incompetencia de gobiernos, uno por cobardía y otro por irresponsabilidad.
Entre tanto, el resto de lo que vivimos en la madrastra patria quedamos a la espera del 21 de diciembre. ¿Y si vuelven a ganar democráticamente los chicos del PDCat y ERC?
El que no quiere quedarse para ver el resultado es el que ha montado este lío, Puigdemont, que ha preferido tomar las de Villadiego junto con unos cuantos de su Govern.
Daniel Gallardo Marin