En las elecciones en España de 16 de febrero de 1936, la Falange Española de las JONS consiguió en toda España 6.800 votos, lo que suponía un 0,07% de los votos válidos emitidos en aquella ocasión. No tenía, por supuesto, ninguna presencia institucional ni relevancia electoral.
Pero sí tenía mucha presencia en la calle y amedrentaba, gritaba, intentaba imponer su intolerancia fascista.
A diferencia de Alemania donde, en ese momento, los nazis copaban el 43% del voto y una fuerte presencia institucional, la experiencia de la dictadura vivida en España, la de Primo de Rivera, parecía haber vacunado al Estado Español y el apoyo electoral de la extrema derecha era testimonial.
Pero no el sociológico.
Los monárquicos y los conservadores, que sí tenían importante presencia institucional, no formaban parte de sus formas y acciones, pero las alentaban, las jaleaban e, incluso, las apoyaban, en ocasiones solo con un silencio cómplice.
La CEDA y el Front Catalá d’Ordre debían pensar que un poco de radicalismo no venía mal a sus planteamientos.
Hoy los neonazis han vuelto al Parlamento alemán y en España se enarbolan banderas de odio y exclusión y la “gente de orden” jalea, sonríe o arenga irresponsablemente.
Cuidado con despertar la fiera, cuidado con despertar al toro y negar el diálogo (parafraseando una irresponsable arenga de quien debiera garantizar el orden público en Aragón).
Jorge Marqueta Escuer
¿Es esto lo que queremos otra vez para España? |