Ayer tuve unas palabras a través de una red social con un
concejal del PP en el Ayuntamiento de Zaragoza. No fue una discusión, casi
nunca discuto con nadie, sino un cambio de impresiones ideológicas. El nivel
fue tristemente muy bajo. No hubo palabras fuertes sino palabras absurdas y muy
equivocadas para ser un lugar público.
Acostumbrado a hablar de política con personas de todas las
ideologías, desde el propio PP a UPyD o IU, Ciudadanos o CHA, me encontré con
una persona que en su imagen aparece serio y bien portado y en cambio tiene la
mochila de la desconsideración, de una ideología pasada de moda y lo que es
peor, una cantidad de información bajísima de la realidad de Zaragoza.
La sensación de un nivel muy bajo lo he encontrado en varias
organizaciones políticas aunque nunca con un puesto representativo tan alto.
Como también debe añadir que he encontrado personas dentro del PP —por seguir
dentro del mismo partido político— con un nivel intelectual muy alto y sobre
todo un nivel de implicación social excelente y muy claro.
Es decir, los escasos para cada una de las organizaciones
que nos acoge, no tienen nada que ver con los puestos que representamos. Se sobreentendería
que para estar representando a una ciudad, sea desde el Gobierno o desde la oposición,
se debería disponer de la realidad para ser capaz de encontrar soluciones. Si
partimos de realidades falsas, nunca encontraremos el problema y con él un
abanico de soluciones que serán diferentes según la ideología, pero al menos
serán reales. Mientras no se logre más respeto para la política en general, no
lograremos aumentar el nivel de los representantes, pues están en muchos casos
los que quieren, que no los mejores.