El sociólogo Jaime Minguijón Pablo publica hoy un
interesante artículo en El Periódico de Aragón al que creo interesante
responder, casi por alusiones.
Habla desde el título, de la necesidad de la izquierda
española —y europea añado yo— de reinventarse, no tanto por el fenómeno PODEMOS como por
la poca respuesta que desde la izquierda hemos dado a la realidad de esta
crisis económica que nos ha pillado a los progresistas con el paso cambiado y
sin ideas nuevas. El qué Jaime llama fenómeno PODEMOS es solo la respuesta de
una sociedad huérfana de referentes creíbles para ellos. De hecho, lo que hizo
en mayo la sociedad española fue elegir un proyecto que no existía, que no tiene
un carácter construido, sin programa suficiente, sin líderes que abarquen todo
el territorio de España, sin experiencia en la gestión política. Todo lo que
esto tiene de bueno, lo tiene de peligroso por la inexperiencia del mundo real en la gestión política.
Pero dice enseguida que IU y CHA todavía no han comprendido
el avance de PODEMOS. Yo solo puedo hablar de CHA, como es lógico, y si bien es
cierto que hay diversas opiniones al respecto, como sucede entre todos los
segmentos sociales que opinan o estudian política o sociología, si es cierto
que es un asunto importante que hay que valorar con calma y no equivocarse en
el diagnóstico.
Las formas de PODEMOS son las mismas que utiliza CHA pero
con otro nombre, y las que han utilizado sindicatos u otros partidos políticos
de la izquierda. Sus Círculos son iguales a los Bicos, a las Collas o a los Roldes de otro partido aragonés.
En todo. No han inventado nada, pero eso si, lo han sabido explicar muy bien. Saben dirigirse a su sociedad como nunca ha querido hablarles la izquierda por miedo a sentir que se estaba manipulando a las personas que escuchaban. Hacer pedagogía política nunca ha sido bien visto desde ópticas progresistas.
Se dice en el artículo que PODEMOS han estado junto a los
damnificados de esta brutal crisis y esto no es del todo cierto si lo
comparamos con la realidad. Los que han estado día sí y día también han sido
militantes de sindicatos, de partidos políticos y de Asociaciones de todo tipo,
desde donde beben algunos simpatizantes de PODEMOS. Pero las innumerables horas
que han dedicado cientos de personas en Zaragoza a estar en la calle con quien
peor lo estaba pasando, solo las conocen los que han estado. Sean de IU, de
CCOO, de UGT o de CHA entre otros muchos colectivos. Es decir, si han subido
en voto pensando que es porque son los únicos que conocen los problemas y los únicos que han escuchado
a los afectados, pues lo siento, pero no es cierto. Hay que seguir buscando
otro motivo.
Es cierto que desde la izquierda de calle no hemos dado
soluciones a los problemas y aquí si que creo hay gran parte del ascenso de lo
nuevo. Ellos tampoco, pero representa el “quizá”. Y sobre todo representan lo
que debimos hacer en el año 1980 y no supimos o pudimos hacer. No debemos
criticar agriamente la Transición sin haberla vivido, o sin conocerla en
profundidad, pero es cierto que ahora toca tal vez revivir lo que entonces no
fuimos capaces de lograr, de exigir.
Sí que creo que el tiempo de los pactos ajenos a la sociedad
se han acabado. Será imposible lograr grandes pactos políticos y sociales sin
que se tenga en cuenta a la sociedad, no tanto a lo que votan cada cuatro años
como a lo que opinan cada cuatro meses. Por eso la política del PSOE actual
puede nacer ya vieja, pues se afianza en la búsqueda de pactos posibles, cuando
en realidad lo que se necesita son pactos casi imposibles.
La izquierda real española y sin duda la aragonesa tiene un espacio
inmenso en el futuro, otra cosa es que sigamos sin saber diseñarlo, sin saber
explicarlo bien. Sin ser capaces de buscar soluciones a todos los problemas de
las personas sin recurrir a decisiones de momento imposibles. CHA tiene un
añadido y es que en un espacio geográfico tan pequeño como Aragón por el número
de personas, o hay alguien que le defienda con fuerza desde dentro de Aragón o
se diluirán sus espacios de respeto nacional. Si hay dudas al respecto
recomiendo darse unas vueltas por León y preguntar a las gentes de izquierdas,
amantes del Reino de León y que no admiten ser parte de una Castilla que los
ningunea. Aragón no puede ser parte de algo que no conoc Aragón, pues no seremos nada.
Confundimos el nacionalismo con el separatismo, como si
confundiéramos a los cristianos con los católicos. No son lo mismo, incluso a,
veces se odian. Aragón como León no quiero (de momento) ser un espacio
independiente de España, pero si quiere ser respetada por su gran espacio
geográfico, por su historia y derecho, por su posición como puerta de entrada y
salida hacia Europa. Pero esto los aragoneses no lo valoramos como se debe, y
nos entra el miedo del nacionalismo excluyente. Poco se puede hacer. O mucho
hay que hacer pero de momento no sabemos hacerlo mejor.
Los medios de comunicación y los intelectuales aragoneses
tampoco nos lo ponen sencillo a los que pensamos que Aragón se merece un mejor
futuro. El PAR cayó enseguida en la conversión del sillón y el reparto de muchos
poderes pequeños, lo que empobreció las posibilidades de que Aragón fuera un
territorio más respetado por los propios aragoneses, porque hay algo
fundamental. Solo se nos respetará desde Madrid o desde Sevilla o Lugo —como
mucho— lo que nos respetemos entre nosotros los aragoneses.