La Puerta de Toledo de Zaragoza se derribó en el año 1842
por la mala conservación por parte del Ayuntamiento y a requerimiento de este
que fue incapaz de salvarlo de la ruina. Una pena que un edificio tan
importante de nuestra forma de ciudad, al final, tuviera que ser derribado por
no ser capaz entre todos de mantenerlo.
Se encontraba entre la Plaza del Justicia y el Mercado
Central, al final de la calle Mayor, mirando al Oeste o a la salida de la
ciudad romana pero que en aquel principio del siglo XIX todavía mantenía su núcleo romano
como auténtica ciudad siendo el resto de Zaragoza las afueras cuando no los arrabales. Se
le llamó Puerta de Toledo por que miraba hacia Castilla. En tiempos en los que
los Fueros de Aragón estaban en su mayor esplendor y respeto se empleaba el edificio
como Cárcel de los Manifestados (de ello viene la calle Manifestación) y el
edificio de ladrillo estaba formado por la puerta y dos torreones que servían
de mazmorras. En ellos estuvo preso Antonio López, el Primer Ministro de Felipe
II tras salir de la cárcel de la Inquisición al ser reclamado por el Justicia de Aragón que
era quien tenia poder de esta cárcel.
Era la Puerta de Toledo importante y el centro de muchas actividades
sociales de aquellos siglos pues por ella entraban los Reyes que venía de
visita o a coronarse a Zaragoza y se procesionaba o se hacían torneos y justas
en su zona de alrededor. En los últimos años de su compleja vida sirvió para
que se pusieran a su alrededor puestos de venta de quincallería y trapos.