La Imprenta Blasco en Zaragoza, donado su contenido para ser convertido en Museo de la
Imprenta en una ciudad que tuvo una importancia primordial en el florecimiento
de las primeras imprentas en España continúa amenazando ruina. El Ayuntamiento
de Zaragoza ha dado por finiquitado el interés del Gobierno de Aragón por este
inmueble, ya que la Ciudad de la Justicia abrirá este año en la Expo, y se
encuentra en proceso de repensar otros posibles usos para este equipamiento.
Vergonzosamente, nos quedaremos sin una muestra más de
cultura, tras la pérdida de grandes maquinarias gráficas que en estos años han
ido a la basura por no tener un lugar en condiciones para ser recogidas,
cuidadas y enseñadas al público. Estamos condenados a no ser nada. Hay que
recordar que la Asociación de Empresarios de Artes Gráficas apoyaron este
proyecto y se comprometieron en su mantenimiento y dignificación. La única
esperanza de que se pueda salvar de la picota se llama Chunta Aragonesista.
Pues ahora el consejero municipal de Urbanismo, Carlos Pérez
Anadón, durante la última comisión de Gerencia ha subrayado que se estuvo
esperando la decisión del Gobierno de Aragón para venderlo hasta el final, pero
finalmente no ha sucedido y hay que volver a evaluar los usos de este
equipamiento en el centro de la ciudad ¿Tenemos dudas de para qué va a servir
el solar, una vez tirado el edificio y la Imprenta Blasco?.
En esos planes, el edil de Urbanismo ha recordado que el
inmueble tiene calificación urbanística que posibilita su uso para viviendas,
plantas alzadas o usos comerciales o de oficinas.
El equipamiento fue adquirido por el Ayuntamiento en 2002,
siendo alcalde José Atares, del Partido Popular. La venta se realizó mediante
una permuta de suelo por 2,2 millones de euros, incluido el material interior,
que incorporaba dieciocho máquinas de los siglos XVIII y XIX y cuatro prensas.
Por su parte, el portavoz municipal de CHA, Juan Martín, ha
urgido al equipo de gobierno a que se tomen medidas para dotarle de un uso a
este edificio y ha recordado que en 2003 su grupo municipal redactó el proyecto
para la rehabilitación del inmueble y la creación del Museo de la Imprenta.
Incluso se llegó a presupuestar su reconversión en 1,8 millones de euros. Juan Martín
ha pedido a Pérez Anadón las llaves del equipamiento para poder visitarlo y
evaluar en qué estado se encuentra.
La imprenta Blasco abrió sus puertas en la calle de
Candileja en el año 1880, trasladándose a principios de la década de los veinte
a la plaza del Ecce Homo. El edificio fue construido en tres fases, en las que
se puede identificar las condiciones sociales que le rodeaban. Por su ubicación
en el Casco Histórico, centro neurálgico de la ciudad, fue desde sus inicios
hasta su cierre un punto de unión y de representación industrial para Zaragoza.