28.2.13

Aragón, la crisis y el Estado. Es tiempo de hacer mudanza


El buen amigo Miguel Martínez Tomey ha publicado en la web de Aragón Digital un primer artículo con el título "Aragón, la crisis y el Estado (I): tiempo de hacer mudanza”. Vendrán más con la misma temática. Estaremos atentos a ellos.
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El 20 y 21 de diciembre de 2012 la Fundación Gaspar Torrente para la investigación y desarrollo del aragonesismo culminó sus trabajos del año con las Jornadas sobre el modelo de Estado, que cumplieron entonces su XIV edición. Esos dos días fueron dedicados al análisis de la crisis en Aragón, cuyas aportaciones más señaladas han sido publicadas en el número 9 de la revista decana del pensamiento aragonesista, El Ebro, continuadora de la que entre 1919 y 1931 editaron los aragonesistas que nos precedieron en aquellos tiempos.

El trabajo de los cualificados expertos que participaron en las Jornadas ha quedado en su mayor parte recogido en las páginas de El Ebro (a disposición de las lectoras y lectores de Aragón Digital que estén interesados solicitándolo en: fundaciongaspartorrente@gmail.com), pero considero que, por su calidad e importancia en el contexto actual, bien merece la pena realizar una serie de artículos que, basados en dichos contenidos, ayuden a difundir sus interesantes conclusiones.

Y lo hago precisamente con el motivo que inspira el Editorial de El Ebro, que contradice con su título -“En tiempo de desolación, hacer mudanza”- la conocida máxima de San Ignacio de Loyola. Sin embargo, a pesar de ello, el personaje de referencia es otro: Joaquín Costa. ¿La razón?: para los editorialistas existe un desconcertante y hasta alarmante paralelismo entre las premisas del fracaso del Estado español de finales del siglo XIX y principios del XX y las actuales. El comportamiento de los poderes, públicos y privados, en la situación de “sálvese quien pueda” a la que ellos mismos nos han conducido a todos está siendo tan destructiva para los valores constitucionales del estado social, democrático, de derecho y de las autonomías, tan duro con los débiles y tan servil con los poderosos, que nos lleva a plantearnos el mismo interrogante que motivó la obra regeneracionista de Costa: ¿a quién sirve el Estado realmente?

Porque, de acuerdo con los términos en los que él lo planteó allá por 1901, da la sensación de que una oligarquía financiera y un sistema de relaciones de poder caciquil sean, hoy como entonces, la forma de gobierno en España, a pesar de todos los barnices democráticos de nuestro Estado. La crisis ha provocado una fractura social, económica, territorial y política de tal calado que hoy por hoy parece todo un sarcasmo seguir pregonando la plena vigencia de las premisas constitucionales de 1978 cuando, de hecho, muchos de quienes las vocean las están convirtiendo, de hecho, en la misma letra pomposa y muerta que orna las constituciones de cualquier república bananera clásica.

El momento, pues exige cambio, en España y, desde luego, en Aragón. El Cid está muerto, y aunque lo montemos una y otra vez en su caballo, ya todo el mundo lo sabe, y no ganará más batallas. Es tiempo de hacer mudanza, pero atención: no vale cualquier cosa. Las crisis imponen cambios, pero no necesariamente son para mejor. De una crisis o sales más fuerte o te hundes, dependiendo de las decisiones y los derroteros que se tomen. El melón está abierto. Es un momento constituyente. Es hora de pensar, dialogar y actuar.