En esta lámina de Jeremías Wolff se observa una parte del
gran grabado donde se representa la victoria de las tropas
"carlistas" sobre los españoles en Zaragoza, en la batalla del
Barranco de la Muerte el 20 de agosto de 1710 y su posterior entrada en Zaragoza.
En la lámina general se puede ver en primer plano el
Archiduque Carlos a caballo, junto con un grupo de personas que le entregan las
llaves de la ciudad; en segundo plano dos ángeles, uno de ellos sobre una
pilastra sostiene un estandarte donde se encuentra el título del mapa con una
amplia información; el otro ángel sobre las ramas de un árbol toca la trompeta;
al fondo, mientras que al fondo se desarrolla la batalla sobre la ciudad de
Zaragoza con unas ligeras siluetas de torres y edificios de gran porte.
Con la muerte sin descendencia en 1700 del último rey
austríaco Carlos II de España (El Hechizado), el Archiduque Carlos de Habsburgo
(de Austria) y el Duque Felipe de Anjou (nieto de Luis XIV Rey de Francia), se
disputan el trono de España y se desencadena la Guerra de Sucesión, una guerra
que se convierte en civil manipulada por Europa que no quería en el trono de
España a un Rey de la misma familia que el Rey de Francia, por lo que los
ingleses apoyaron desde el principio la opción del Rey austriaco. Tanto el rey
Luis XIV de Francia, de la Casa de Borbón como el emperador Leopoldo I del
Sacro Imperio Romano Germánico, de la Casa de Habsburgo alegaban derechos a
ocupar el Trono de España, debido a que ambos estaban casados con infantas
españolas hijas de Felipe IV y asimismo, las madres de ambos eran hijas de
Felipe III).
Los ingleses y alemanes entran en España para apoyar a un
bando y los franceses hacen los mismo para apoyar al otro. Pero los soldados
que morían eran sobre todo españoles alistados a la fuerza.
Tal era la situación cuando el 20 de agosto a las puertas de
nuestra ciudad se produce la Batalla de Zaragoza, ciudad que era borbónica
desde el 27 de mayo de 1707
Los 20.000 soldados que componen las tropas de Felipe al
mando del Marqués de Bay formaban una línea en arco de espaldas a la Ciudad,
desde la ribera derecha del Ebro hasta los montes de Torrero, defendiendo
Zaragoza; y en su frente se alineaban los 23.000 soldados (14.000 eran
alemanes) del Archiduque Carlos que aguardaba resultados en la Cartuja de la
Concepción. El ala izquierda de los aliados estaba formada por regimientos
aragoneses-valenciano-catalanes y holandeses al mando del Conde de Atalaya, en
tanto que el ala derecha estaba constituida por un cuerpo expedicionario anglo-austriaco
a las órdenes de James Stanhope. El centro del ejército lo componían tropas
alemanas mandadas por el propio Guido von Starhemberg.
Todos los zaragozanos que quisieron y que estaban libres de
tener que acudir a librar la batalla como soldados, se subieron a los cabezos
de los montes de Torrero para ser espectadores de la feroz batalla que se iba a
desencadena, en las zonas más altas del actual barrio de La Paz, desde donde se
divisaba a los soldados atacantes que venían desde la zona de La Cartuja, por
Montemolín, atacando a las tropas defensoras.
Es en este lugar, en los alrededores del actual Centro
Comercial Puerto Venecia (se conservan todavía vestigios de refugios, lugares
de asentamiento de baterías, polvorines, etc) , donde la ferocidad combativa
fue mayor y una vez más (también en la Guerra de la Independencia fue una zona
utilizada para atacar Zaragoza) la zona de Montemolín, Miraflores hacia los
montes de Torrero y el barranco quedaron llenos de muertos y heridos. Los
vencedores fueron los partidarios de Carlos (Austria, Alemania y Gran Bretaña)
y el balance de soldados muertos entre ambos bandos fue de 5000 y el de heridos
2500, entre ellos se contaban las bajas de 600 oficiales.
El desastre fue total para Felipe V y éste disfrazado de soldado
extraviado por los montes de Torrero pudo llegar a un molino en petición de
auxilio y el molinero lo puso a salvo. Este hecho bélico también contribuyó a
la forja de la pequeña historia de la Ciudad de Zaragoza. Según se cuenta,
entre las tropas vencedoras se encontraba un voluntario zaragozano, un zapatero
remendón y activista conocido como el Tío Pallaruelo, cuyo tenducho lo tenía en
el barrio de las Tenerías. Este al terminar la batalla se dedicó a despojar de
todas las cosas de valor que pudo a los muertos en la batalla que se quedaban
tendidos en los suelos zaragozanos.
Tío Pallaruelo debió saber aprovecharse bien de la batalla
pues tras la recogida de los enseres a los caídos pudo dejar de trabajar y
además comprarse una casa en el Barrio del Boterón en una calle que se llamaba
por aquel entonces calle Bual pero que a partir de entonces se la denominó con
el nombre de su nuevo vecino, calle Tío Pallaruelo.
Aunque en Zaragoza los felipistas perdieron una gran
batalla, finalmente fue Felipe V el que logró alcanzar el reinado en España y
el 4 de Enero de 1711 entraba en Zaragoza sin ofrecer resistencia en este caso.
Para entonces los partidarios de Carlos ya habían abandonado la Ciudad y entre
ellos estaba el zapatero remendón que sólo pudo disfrutar de su sangriento
botín de guerra medio año, pues le fueron confiscados su casa y todo lo que
tenía de valor, aunque el nombre a su calle permaneció 280 años hasta la
reforma de la zona del Boterón. La guerra de Sucesión terminaba en el año 1713,
tras más de 12 años de batallas y muertos inocentes.