3.2.13

La Batalla de Zaragoza de 1710, entre Carlistas y Felipistas

En esta lámina de Jeremías Wolff se observa una parte del gran grabado donde se representa la victoria de las tropas "carlistas" sobre los españoles en Zaragoza, en la batalla del Barranco de la Muerte el 20 de agosto de 1710 y su posterior entrada en Zaragoza.

En la lámina general se puede ver en primer plano el Archiduque Carlos a caballo, junto con un grupo de personas que le entregan las llaves de la ciudad; en segundo plano dos ángeles, uno de ellos sobre una pilastra sostiene un estandarte donde se encuentra el título del mapa con una amplia información; el otro ángel sobre las ramas de un árbol toca la trompeta; al fondo, mientras que al fondo se desarrolla la batalla sobre la ciudad de Zaragoza con unas ligeras siluetas de torres y edificios de gran porte.

Con la muerte sin descendencia en 1700 del último rey austríaco Carlos II de España (El Hechizado), el Archiduque Carlos de Habsburgo (de Austria) y el Duque Felipe de Anjou (nieto de Luis XIV Rey de Francia), se disputan el trono de España y se desencadena la Guerra de Sucesión, una guerra que se convierte en civil manipulada por Europa que no quería en el trono de España a un Rey de la misma familia que el Rey de Francia, por lo que los ingleses apoyaron desde el principio la opción del Rey austriaco. Tanto el rey Luis XIV de Francia, de la Casa de Borbón como el emperador Leopoldo I del Sacro Imperio Romano Germánico, de la Casa de Habsburgo alegaban derechos a ocupar el Trono de España, debido a que ambos estaban casados con infantas españolas hijas de Felipe IV y asimismo, las madres de ambos eran hijas de Felipe III).


Los ingleses y alemanes entran en España para apoyar a un bando y los franceses hacen los mismo para apoyar al otro. Pero los soldados que morían eran sobre todo españoles alistados a la fuerza.
Tal era la situación cuando el 20 de agosto a las puertas de nuestra ciudad se produce la Batalla de Zaragoza, ciudad que era borbónica desde el 27 de mayo de 1707

Los 20.000 soldados que componen las tropas de Felipe al mando del Marqués de Bay formaban una línea en arco de espaldas a la Ciudad, desde la ribera derecha del Ebro hasta los montes de Torrero, defendiendo Zaragoza; y en su frente se alineaban los 23.000 soldados (14.000 eran alemanes) del Archiduque Carlos que aguardaba resultados en la Cartuja de la Concepción. El ala izquierda de los aliados estaba formada por regimientos aragoneses-valenciano-catalanes y holandeses al mando del Conde de Atalaya, en tanto que el ala derecha estaba constituida por un cuerpo expedicionario anglo-austriaco a las órdenes de James Stanhope. El centro del ejército lo componían tropas alemanas mandadas por el propio Guido von Starhemberg.

 Todos los zaragozanos que quisieron y que estaban libres de tener que acudir a librar la batalla como soldados, se subieron a los cabezos de los montes de Torrero para ser espectadores de la feroz batalla que se iba a desencadena, en las zonas más altas del actual barrio de La Paz, desde donde se divisaba a los soldados atacantes que venían desde la zona de La Cartuja, por Montemolín, atacando a las tropas defensoras.

Es en este lugar, en los alrededores del actual Centro Comercial Puerto Venecia (se conservan todavía vestigios de refugios, lugares de asentamiento de baterías, polvorines, etc) , donde la ferocidad combativa fue mayor y una vez más (también en la Guerra de la Independencia fue una zona utilizada para atacar Zaragoza) la zona de Montemolín, Miraflores hacia los montes de Torrero y el barranco quedaron llenos de muertos y heridos. Los vencedores fueron los partidarios de Carlos (Austria, Alemania y Gran Bretaña) y el balance de soldados muertos entre ambos bandos fue de 5000 y el de heridos 2500, entre ellos se contaban las bajas de 600 oficiales.

 El desastre fue total para Felipe V y éste disfrazado de soldado extraviado por los montes de Torrero pudo llegar a un molino en petición de auxilio y el molinero lo puso a salvo. Este hecho bélico también contribuyó a la forja de la pequeña historia de la Ciudad de Zaragoza. Según se cuenta, entre las tropas vencedoras se encontraba un voluntario zaragozano, un zapatero remendón y activista conocido como el Tío Pallaruelo, cuyo tenducho lo tenía en el barrio de las Tenerías. Este al terminar la batalla se dedicó a despojar de todas las cosas de valor que pudo a los muertos en la batalla que se quedaban tendidos en los suelos zaragozanos.

Tío Pallaruelo debió saber aprovecharse bien de la batalla pues tras la recogida de los enseres a los caídos pudo dejar de trabajar y además comprarse una casa en el Barrio del Boterón en una calle que se llamaba por aquel entonces calle Bual pero que a partir de entonces se la denominó con el nombre de su nuevo vecino, calle Tío Pallaruelo.

Aunque en Zaragoza los felipistas perdieron una gran batalla, finalmente fue Felipe V el que logró alcanzar el reinado en España y el 4 de Enero de 1711 entraba en Zaragoza sin ofrecer resistencia en este caso. Para entonces los partidarios de Carlos ya habían abandonado la Ciudad y entre ellos estaba el zapatero remendón que sólo pudo disfrutar de su sangriento botín de guerra medio año, pues le fueron confiscados su casa y todo lo que tenía de valor, aunque el nombre a su calle permaneció 280 años hasta la reforma de la zona del Boterón. La guerra de Sucesión terminaba en el año 1713, tras más de 12 años de batallas y muertos inocentes.