14.5.12

¿Estamos dentro de un cambio de modelo del transporte urbano de Zaragoza?

En algún momento las grandes ciudades se tendrán que plantear qué tipo de servicio de transporte urbano son capaces de dar en sus ciudades, a qué precio y con qué calidad de servicio. No es un asunto sencillo ni fácil, no es un problema que se pueda resolver simplemente tomando decisiones “de libro” y hay que explicar a los ciudadanos en qué punto nos encontramos y qué soluciones posibles tenemos.

Zaragoza es una de esas ciudades, acuciada además por un gran déficit económico en su transporte, una deuda con la empresa concesionaria que resulta importante y el cambio de modelo en este año 2012 por dos decisiones que modifican toda la situación. Hay que renovar o cambiar la concesión municipal hacia la empresa que en estos momentos la ostenta; y se pone en funcionamiento todo el recorrido de la Línea 1 del tranvía en Zaragoza con la modificación de parte del actual servicio de autobuses.

La inmensa mayoría de usos del actual servicio se realiza a través de las tarjetas Bus, a un precio mucho más bajo que el coste real de este servicio. La diferencia la paga el Ayuntamiento con el dinero de todos. Un servicio que ha funcionado muy bien hasta ahora. Pero los ingresos han bajado brutalmente y para poder seguir con esta subvención en el servicio, se necesitan más ingresos, que todos los ciudadanos nos negamos a asumir con facilidad pues nadie quiere aumento de tasas y de impuestos.

Por cada subida en el precio del billete el ciudadano reacciona con una bajada en el uso. Lógico. Más en periodos de crisis económica. Con el actual modelo de pago a la empresa concesionaria por kilómetro recorrido, cada bajada de usuarios es una bajada de ingresos al Ayuntamiento y un aumento del déficit de esa parte que debe pagar por la diferencia. Mala situación pues.

Por otra parte la entrada del tranvía supone una gran bajada en el uso del autobús que mantiene una calidad en el servicio —a veces destrozada por el poco control de la empresa concesionaria en las frecuencias reales y no en las totales que sí cumple— y por ello un coste igual para bastantes menos ingresos. Cambiar la concesión del servicio de autobús a un sistema de Sociedad de Economía Mixta como el que ya tiene el tranvía, parece ser un modelo que se contempla con agrado, pero tiene sus problemas pues lo lógico sería que fuera una empresa muy similar o igual a la de Tranvía de Zaragoza, pero al tener que salir a concurso pueden darse todo tipo de variables. La intermodalidad entre diversos servicios de transporte aconsejan que fuera la misma empresa quien llevara todos los servicios, pero con las premisas legales obligatorias es muy complejo lograrlo.

Existe además el problema añadido de que hay que rediseñar toda la maya de líneas de autobuses, tanto por la puesta en marcha de la Línea 1 de tranvía como por optimizar la eficacia de muchas líneas de autobuses y la necesidad de ampliar el servicio hacia nueva zonas de la ciudad con muchos kilómetros y pocos viajeros. Cualquier estudio que se haga supone sin duda un grave problema añadido. Hay que suprimir puestos de trabajo en el servicio de autobuses. Solución esta, de complejo encaje en todo el proceso de rediseño y para la que se solicita la intervención de los sindicatos en todo proceso de modificación de líneas y servicios. La cabeza pedirá un aumento importante en las tarifas, pero el corazón solicita mesura y cuidado pues podemos convertir un servicio que funciona muy bien en un servicio problemático cada vez más caro y de peor calidad. Un error en el precio y en el sistema de concesión de la empresa pueden ser la palanca para que todo se transforme en un mal servicio.