El veterano periodista de Heraldo de Aragón, Santiago Paniagua lo deja muy claro hoy en la página 2 del Heraldo. El Pablo Serrano: otra ballena varada.
Somos Zaragoza una ciudad de cementerios esparcidos, de huesos enterrados pero siempre debajo de muchos billetes, de grandes presupuestos que siempre —otra constante— se quedan cortos sobre lo presupuestado. ¿Somos imbéciles?
Habla del Museo Pablo Serrano, de la Escuela de Artes, del Espacio Goya, del Teatro Fleta, del Pabellón Puente o de la Torre del Agua. No nombra por falta de espacio del Pabellón España, del Pabellón Aragón, del Museo del Fuego, del Espacio Fuenclara, del Museo de Artes Gráficas, de la Milla Digital, del Caixa Forum, de ese invento que trasportaba viajeros en cabinas por encima del Ebro, la Harinera de San José, el Edifico de la Caridad, la reforma del Museo Provincial, de…; en fin.
No se nombran ahora varios proyectos más que circulan por las mesas de los despachos en busca de “dinericos nuevos”, cuando lo que sobra son espacios vacíos y terminados. O metemos mano en serio en estos despropósitos, o somos capaces de cuidar de una puñetera vez a Zaragoza de tantos ineptos que se han pensado que Zaragoza era Nueva York y los zaragozanos cinco millones, o seguiremos dejando huevos podridos allá donde nos dejen hueco.
De momento hay que salvar lo que ya está funcionando y urge diseñar contenidos y decisiones culturales para dotar de vida al Pablo Serrano. ¡Joder!, no es tan difícil, simplemente es querer, que lo que sobra son artistas jóvenes y aragoneses deseando exponer sus obras a costa de ceder al Museo algún trabajo para un fondo permanente. Es cuestión de ponerse a trabajar. ¿Alguien se acuerda de lo que significa el verbo trabajar?