Cuando vuelves a Zaragoza tras un viaje de unos días por otras ciudades, observas —mucho mejor que cuando estás inmenso en nuestra ciudad—, el gran número de árboles que conviven con todos nosotros. Zaragoza es una ciudad muy arbolada, sin duda más por unos barrios que por otros, pero podemos estar orgullosos de nuestras zonas verdes aunque tal vez no tanto de nuestros parques, a los que califico con una nota bastante más deficiente.
En la misma medida que Zaragoza disfruta de un gran número de zonas verdes y de árboles diseminados por muchas calles, no tiende a cuidar sus parques en comparación a otras ciudades. Y aquí las comparaciones son tanto con grandes ciudades como pequeñas, muchas de ellas vecinas a no mucha distancia y por ello fácilmente comparables.
Zaragoza dispuso de una excelente Escuela de Jardinería que hoy no goza del mismo cuidado posiblemente por presupuesto y decisión política. Son famosas sus exposiciones de trabajos de jardinería en el Parque José Antonio Labordeta o en el Edificio del Matadero de Miguel Servet. Debe cuidarse más la calidad de lo ya construido para dotar a Zaragoza de una representación para el turismo que dentro del gran problema que supone la climatología en nuestra ciudad, sirva para poner en valor lo que ya fuimos en otras décadas y que ahora está perdido. Es triste ver descuidos en parques importantes, zonas convertidas en barrizales, espacios mal cuidados por donde el tiempo pasa y destroza sin un mantenimiento suficiente. Así Zaragoza no está a la altura que ya estaba en otros tiempos. Para no cuidarse, no deben seguir construyendo más zonas verdes mal tratadas en el futuro.