17.1.12

Avanzar en la peatonalización del centro de Zaragoza

Abierto el debate (otra vez) sobre la peatonalización del centro histórico de Zaragoza, surgen numerosas voces que lo solicitan pero con estudios detalladas para que no afecte negativamente al comercio, a la movilidad de los actuales vecinos, a no crear zonas excesivamente cerradas si es muy amplia la intervención. Es un debate abierto que se irá modelando en los próximos años.

En las ciudades europeas en donde los centros son peatonales, siempre existen calles aledañas que no lo son y que sirven como salidas y entradas para carga y descarga y para acceso a garajes. El diseño de Zaragoza no facilita mucho esta opción, pues la malla de calles está muy diversificada y los edificios privados son pequeños y con acceso a calles únicas. Por otra parte el comercio del centro de Zaragoza se debe modificar, para poder competir en calidad de servicio con el de las grandes superficies, que están encantadas con que se prohíba el coche particular —que cada día se utiliza menos— para acudir a los centros de las ciudades. El gran beneficiado es el turismo y los habitantes de las ciudades que sin vivir en los centros históricos, sí lo hacen en los barrios asentados y bien comunicados.

Hay que entender este cambio, acompañado siempre de una ciudad de ocio y cultura que rellene la nueva oferta comercial, muy variada, de tiendas pequeñas, de servicios muy diversos. Debe rellenarse con una buena iluminación y unos añadidos que otorguen personalidad propia a los nuevos centros que surgen con los cambios hacia la peatonalización.

Pensar en una Zaragoza peatonal desde la Plaza Europa hasta el Puente de Hierro, la Plaza San Miguel y Conde Aranda es un exceso mental, pues su gran tamaño convierten esta actuación es ilógica. 

Pero trabajar desde un Puente de Piedra, calle D. Jaime, incluso parte de Coso y Calle San Miguel es una opción interesante que se debe estudiar, incorporando algunas calles aledañas.

El problema seguirá siendo dotar de salida normal —simplemente posible y fácil— desde la zona del Rabal hacia el centro de Zaragoza, desde servicios públicos de transporte. Los taxis lo tienen más o menos resuelto hacia el Puente de Santiago, o incluso —cambiando un sentido de dirección— hacia el Puente de Hierro. Tal vez con este mismo cambio se podría dar solución a los autobuses urbanos. Pero está el nudo complicado de la zona de San Lázaro, recién reformado y nada preparado para una doble circulación aunque fuera solo en 10 metros, que exige que el tráfico llegando a Puente de Piedra se divida entre los que vienen desde Av. de Catuluña hacia Puente de Piedra y los que viene desde Sobrarbe hacia Puente de Santiago.

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