Publicamos un artículo de Miguel Martínez Tomey, sobre el momento actual de la política cultural en Aragón, sus recortes y su escasa atención por parte de las autoridades aragonesas.
El nuevo Gobierno de Aragón ha profundizado en la política de recortes en Cultura que ya comenzó hace unos años en sus presupuestos. El descenso para el ejercicio 2012 en las direcciones generales de Cultura y Patrimonio cultural es de un 30,21%, casi el mismo porcentaje (34,6%) que se produjo entre 2010 y 2011. Hemos pasado de los 51 millones de euros que había destinados a Cultura en el año 2009 a los 24,7 actuales, casi un 65% menos.
Y es que, desgraciadamente, la Cultura es siempre una de las primeras sacrificadas en tiempos de austeridad, a pesar de su valioso papel para cualquier civilización que se precie y desee prosperar, y de su potencial como sector económico emergente.
Hace unas semanas, el Gobierno de Aragón publicó un anteproyecto de Orden con las nuevas bases reguladoras para la concesión de sus subvenciones de Cultura a asociaciones, fundaciones, personas físicas y empresas para realizar diferentes actividades de carácter cultural: desde ayudas a las artes escénicas, a la música, a la producción audiovisual y al sector editorial hasta aquellas que permitirán una mejora de las instalaciones y equipamientos de los espacios donde se realizan estas actividades.
Sin estar de acuerdo con el cada vez más escaso dinero público destinado a apoyar la Cultura, Chunta Aragonesista sí considera que lo bien repartido hace provecho, y en tiempos de escasez doblemente, por lo que, en principio, valoramos como una buena idea el establecimiento de un marco regulador para una mejor administración.
No obstante, quedamos poco satisfechos con el texto presentado por el departamento de Cultura, que, a nuestro juicio, no resolvía la falta de transparencia y dejaba la puerta demasiado abierta a la discrecionalidad. Así que hemos creído imprescindible presentar alegaciones, con el único ánimo de ayudar a repartir bien, que no es sino hacerlo con más rigor en tiempos de rigor y con atención a la realidad de sus destinatarios.
Nuestras propuestas, ya registradas, van destinadas, por un lado, a garantizar que el dinero de la ciudadanía aragonesa se gasta en la producción cultural verdaderamente aragonesa, fijando con más claridad la premisa de estar radicado en Aragón de verdad para poder optar a las ayudas. Asimismo, reclamamos la incorporación como miembros de los tribunales calificadores no sólo a funcionarios, sino también a personas activas en el ámbito cultural (con la premisa de que no opten ellos directa o indirectamente a tales subvenciones, claro), aportando así una valoración de las solicitudes, si cabe, mucho más “pegada al suelo”.
En tercer lugar, pedimos más celeridad en la resolución de las subvenciones, obligando a que el proceso se acorte de seis a tres meses (todos sabemos lo que eso supone para quien ha de trabajar deprisa, cobrar poco y, además, tarde). Finalmente, proponemos la práctica desaparición de las subvenciones otorgadas fuera de la libre concurrencia de las convocatorias públicas: es razonable, no son tiempos excepcionales y no caben en ellos excepciones, ni fichajes ni fenómenos sobrevenidos.
El objetivo final es que hacer Cultura sea hacer comunidad sin desguazarla, y conseguir que ésta se haga por quienes la hacen entre nosotros y para nosotros. La Cultura es necesaria y la resignación que en demasiadas ocasiones muestra el sector tiene más de responsabilidad social que de impotencia fatalista (bien lo sabemos y lo vemos en CHA cuando hablamos con ellos), por lo que merecen que esta vez el Gobierno de Aragón se esmere mucho más.