La relación del Ayuntamiento de Zaragoza con sus contratas, con los
papeles que firma junto a las empresas a las que cede contratas de servicios
públicos, dejan que desear “espabilamiento”. Las clausulas de letra pequeña
parecen ser diseñadas por enemigos o por listos de las empresas y no por listos
del Ayuntamiento.
Ahora se acaba el tiempo del contrato con JC Decaux que es
quien dota de mobiliario urbano a Zaragoza a cambio de la publicidad. Este
contrasto lo firmo el PP pero da igual, los que no lo pillan son los asesores y
funcionarios de alto nivel.
Ahora resulta que nadie quiere hacerse cargo de la
renovación, ni JC Decaux ni otra empresa, pues lo que se factura por publicidad
estática no compensa los costes de las marquesinas de autobuses, relojes, termómetros
o mupis y meaderos. Jope.
Pero entre la letra pequeña figura que la propiedad de este
mobiliario sigue siendo de la empresa. Que bien se podría haber indicado que una
vez colocados pasara a ser propiedad de la ciudad.
El caso es que:
Primero: ahora si quiere JC Dacaux se puede llevar a sus
almacenes todas las marquesinas de los autobuses.
Segundo: Ninguna otra empresa se quiere hacer cargo del
servicio pues tedría que empezar por poner de nuevo todos los muebles urbanos,
incluidas las marquesinas. Todas.
Así que en estos momentos el Ayuntamiento de Zaragoza está raudo
buscando una solución que como siempre pasará por arreglarse con JC Decaux a
costa de llegar a un acuerdo. No quiero explicar cual me imagino que será, pero
temblando de bobería me quedo. Siempre nos tienen pillados por donde más duele
simplemente por que las empresas que acuden a las contratas tienen unos
criterios que ni de lejos tienen los asesores que nunca han trabajado en
empresas privadas, empresas que suelen ser más listas que el hambre.