El Teatro Romano de Zaragoza, en su época de uso, se destacó como uno de los más grandes de la Hispania Romana, con una capacidad para albergar a 6.000 espectadores en una ciudad de alrededor de 18.000 habitantes. Este dato ilustra la importancia de las representaciones teatrales en las ciudades del mundo romano.
Es probable que el terreno en la actual calle de la Verónica hubiera sido reservado desde el diseño y la fundación de Caesaraugusta para la construcción del teatro.
Sin embargo, su edificación se llevó a cabo unos años más tarde, durante el reinado de Tiberio (14-37 d.C.) y se completó en la época de Claudio (41-54 d.C.), siguiendo el modelo del Teatro Marcelo en Roma.
La estructura del teatro se caracterizaba por anillos concéntricos reforzados con muros radiales, construidos con aglomerado de hormigón de cal y canto, y recubiertos con placas de piedra caliza. Dado que el terreno en esa área de Zaragoza era y es bastante plano y no estaba respaldado por una colina, se diseñó un sistema de galerías abovedadas que permitía la circulación en su interior.
Un detalle singular del Teatro Romano de Zaragoza es que es el único de la Hispania romana que cuenta con una fosa bajo el escenario que permitía a los actores acceder desde el subsuelo en momentos específicos de la obra, lo que generaba efectos teatrales innovadores.
A pesar de haber sido reutilizado por diversas culturas a lo largo de los siglos posteriores, y de tener una gran parte de su estructura oculta bajo la antigua iglesia del Sagrado Corazón, el teatro todavía conserva restos significativos, como la cavea, la orchestra, el balteus, hyposcenium, la cripta y los espacios entre los muros radiales de la cavea. Sin embargo, no ha sido posible explorar completamente esta zona.
El período de mayor esplendor del teatro coincidió con las dinastías Julio-Claudia y Flavia en el siglo I d.C. No obstante, en el siglo III d.C., el edificio fue abandonado como espacio de espectáculos, sufrió expoliación y sus ruinas se utilizaron como cimientos para viviendas islámicas, cristianas y judías. Incluso se encontraron restos de una necrópolis visigótica.
La estructura del teatro se caracterizaba por anillos concéntricos reforzados con muros radiales, construidos con aglomerado de hormigón de cal y canto, y recubiertos con placas de piedra caliza. Dado que el terreno en esa área de Zaragoza era y es bastante plano y no estaba respaldado por una colina, se diseñó un sistema de galerías abovedadas que permitía la circulación en su interior.
Un detalle singular del Teatro Romano de Zaragoza es que es el único de la Hispania romana que cuenta con una fosa bajo el escenario que permitía a los actores acceder desde el subsuelo en momentos específicos de la obra, lo que generaba efectos teatrales innovadores.
A pesar de haber sido reutilizado por diversas culturas a lo largo de los siglos posteriores, y de tener una gran parte de su estructura oculta bajo la antigua iglesia del Sagrado Corazón, el teatro todavía conserva restos significativos, como la cavea, la orchestra, el balteus, hyposcenium, la cripta y los espacios entre los muros radiales de la cavea. Sin embargo, no ha sido posible explorar completamente esta zona.
El período de mayor esplendor del teatro coincidió con las dinastías Julio-Claudia y Flavia en el siglo I d.C. No obstante, en el siglo III d.C., el edificio fue abandonado como espacio de espectáculos, sufrió expoliación y sus ruinas se utilizaron como cimientos para viviendas islámicas, cristianas y judías. Incluso se encontraron restos de una necrópolis visigótica.
El teatro quedó oculto bajo el desarrollo urbano de Zaragoza durante siglos y hoy se puede contemplar sus restos junto a un museo explicativo de toda esa época.