Jaime I de Aragón, el Conquistador y Rey también de Valencia y Mallorca, Conde de Barcelona y de Urgel o Señor de Montpellier, tuvo una vida azorada, triste, dura desde su infancia. Tal vez por eso nos lo muestran muchas veces con un ceño más serio que el de otro Reyes de la época.
Fue hijo de Rey engendrado con engaño, pues su madre Reina no era querida por su padre el Rey aragonés Pedro II el Católico. Nació en Francia y murió en Alcira (Valencia) con 67 años de edad. Fue nombrado Rey en Lérida y se casó en Ágreda (Soria) mientras permanece enterrado en el Monasterio de Poblet en Tarragona con lo que sin duda nos queda la muestra de su poco apego por el Aragón actual, sobre todo si tenemos en cuenta para entender sus posturas históricas que llegó a estar preso por las noblezas aragonesas de aquellos años, con los que colaboró después hasta que tras la conquista de Valencia se vengó definitivamente de Aragón y de la nobleza aragonesa al dejar que Valencia tuviera una personalidad diferente a la de Aragón, dentro de la Corona pero diferenciada del núcleo de la Corona de Aragón, respetando los Fueros valencianos y no admitiendo que fueran los aragoneses los que se impusieran en tierras valencianas.
Incluso cuando reconquistó Murcia con la ayuda de más de 10.000 soldados aragoneses que dejó en estas tierras para que repoblaran las tierras de Murcia, prefirió entregar las tierras murcianas a Castilla antes que a la Corona de Aragón.
Fue el artífice de que la Corte de la Corona de Aragón se trasladara a Barcelona desde el Aragón más histórico que vió nacer todas las instituciones de la Corona, a creer mucho más en el Mediterráneo que en las tierras de interior, a poner frontera entre Aragón y la incipiente Cataluña en las orillas del río Cinca entregando definitivamente Lérida a Cataluña, y por último a realizar un reparto de herencia que troceaba con poca inteligencia histórica su gran reinado entre los hijos, debilitando la Corona de Aragón. Como es lógico es un Rey al que se adora en Cataluña, Mallorca y Valencia y al que se contempla desde otra óptica muy diferente desde Aragón.