Ya no hay vuelta atrás. El electorado ha apostado por gobiernos de izquierda en su creencia de revertir la actual situación de deterioro económico y social. Por recordar, cada partido en general, sobre todo los dos grandes y los nuevos (el símil puede ser igual que para el fútbol) han tenido ventana privilegiada en los medios audiovisuales, e incluso alguna monjita ha pasado del convento a la política catalana a base de poner a caer de un burro al gobierno de la Generalitat.
Cada uno ha utilizado como ha podido los medios en la siempre desigual campaña electoral, a la hora de vender su imagen y producto. Pero eso ya es agua pasada que no mueve molino. Cómo han llegado aquí ya no importa, pero sí para qué están aquí. Esta nueva situación obliga a estos partidos a entenderse, y a demostrar que las políticas sociales les unen. Espero que no dejen en la estacada a la gente por egos partidistas, a esas gentes que esperan mucho más que un simple cambio de siglas.
Ya pasada la campaña electoral, es hora de que las promesas no se las lleve el cierzo. Aquí viene la otra cara, y como en todas las “batallas electorales” el vencido no suele aceptar su derrota con gallardía. En esta nueva corporación entra en vigor la ley del PP para reformar los ayuntamientos, por la que, entre otras cosas,nueve ediles tienen que renunciar, obligatoriamente, a su sueldo y cobrar solo por asistir a plenos y comisiones. Me imagino que serán los concejales populares quienes se acojan a esta medida, ¡faltaría más!
Están tan cabreados como la presidenta del gobierno navarro en funciones, Yolanda Barcina, que por los resultados electorales que le arrebatarán el sillón, expresa su enfado, comentando que este giro a la izquierda puede derivar en la Alemania previa a la llegada al poder de Hitler, la Venezuela actual o la Argentina de Perón Ya pueden ir acostumbrándose a ser la minoría aunque aceptarlo no esté en sus genes.
Daniel Gallardo