1.4.15

Sobre la morosidad en Aragón desde las instituciones

La morosidad es otro de los ejemplos que  acabamos de conocer del bluf en el que se ha convertido la gestión del gobierno Partido Popular y PAR. Casi 470 millones deben,  mientras se les desbordan (presuntamente) las facturas en los cajones.  Sin embargo, a la presidenta aragonesa y a su equipo de gobierno se les llena la boca hablando de un Aragón irreal, presumiendo de haber llevado a nuestra comunidad  a la cabeza del crecimiento económico y de reducir el paro.

Pero esas  discutibles estadísticas no solo las pongo en duda, es más, creo que esa sensación de una mejora en nuestra economía no será por el apoyo y gestión de estos, más bien a pesar de.  Pero esas autoalabanzas se caen como un castillo de naipes, si en lo elemental como debería ser el pago a esas pequeñas empresas que les suministran lo hacen tarde, saltándose cualquier normativa sobre la morosidad. Como bien dice el presidente de CHA, José Luis  Soro  “nuestra comunidad ostenta el triste récord de ser la comunidad que más tarda en pagar a sus proveedores” Pymes, pequeñas y medianas empresas, mayoritarias en nuestro territorio, agravadas por el impago del gobierno autónomo, colectivos de pequeños empresarios que lo sufren y padecen dejando algunas de ellas al borde del cierre, ya que su capacidad de maniobra no es como la gran empresa, consecuencia que lleva a personas al paro. Morosidad de un gobierno que va más allá, y que también está ahogando a los centros educativos.

Por ejemplo, la Escuela de Arte de Zaragoza que se ve incapaz de hacer frente a los gastos de mantenimiento,  hasta el  punto de no poder pagar ni la luz, entre otras facturas. La tardanza en el pago  afecta a nuestra economía, progreso de la ciudad y a la  cultura. Forma de actuar, sancionada incluso por su propio ministro de economía señor Montero, ordenando a Rudi que acelere el pago a sus proveedores. Esta no son las condiciones para atraer a emprendedores para esa creación de puestos de trabajo, más bien para ahuyentarlos.

Daniel Gallardo