En la plaza de San Carlos (una calle peatonal) tenemos una de las iglesias más
suntuosas y antiguas de Zaragoza, la iglesia del Real Seminario de San Carlos
Borromeo, no siempre bien iluminada ni con tiempos suficiente para poderla
disfrutar, si no es con una visita guiada. Dedicada a la Inmaculada era la
iglesia oficial de los jesuitas hasta su expulsión.
Construida en su inicio en el año 1574 sobre el espacio que
ocupaba la sinagoga de los judíos zaragozanos y aunque profundamente retocada
en su estilo interior entre los años 1723 y 1736 tras un incendio, fue entonces
rediseñada por el jesuita Pablo Diego Lacarra hasta crear la maravilla que hoy
se puede contemplar.
Al expulsar a los jesuitas de España en 1767 se convirtió en
el Seminario católico, aunque conserva un gran número de esculturas en su
interior que representan a jesuitas aragoneses.
En estos edificios enseñó y escribió el genial escritor aragonés
Baltasar Gracián.
Dejo arriba para observarlo, la vidriera rosetón de su coro, casi única fuente de luz
natural que ilumina la iglesia de San Carlos Barromeo.