Hoy (23 diciembre 2010) se inaugura en el palacio de Sástago la exposición “Ángel Maturén, 1949-2005. Pintura como materia de vida” es un interesante repaso a la trayectoria artística de un creador inclasificable. La muestra, que ocupa todos los espacios expositivos del palacio, incluye más de un centenar de piezas, algunas de gran formato, de todo tipo de técnicas, desde el óleo al temple, pasando por el collage, la serigrafía, la escultura... "Son obras que van a hablar por sí mismas, y con voz alta y clara -señala el comisario de la exposición, Pedro Pablo Azpeitia-. La suya es una obra que nos ayuda a explorar el mundo".
"Mi forma de pintar es anárquica. Para empezar a trabajar cojo el bote de color que tengo más a mano, no me planteo qué va a salir. Pinto bajo un estado de ánimo, y por eso hay cuadros que por la mañana son claros y por la tarde se han vuelto oscuros. Cada obra me
va pidiendo cosas y yo se las voy dando hasta que creo controlarla. Y esto me lleva a uno de los debates clásicos en la historia de la pintura. ¿Cuándo se termina un cuadro? Yo creo que nunca. Lo terminas cuando te mueres". Así se expresaba en las páginas de HERALDO Ángel Maturén en 1997. Han pasado cinco años de su muerte, por lo que sus cuadros no solo están acabados, sino que su figura artística ha tenido ya el reposo suficiente para ser juzgada en sus justos términos.La antológica no se ha querido estructurar con criterios cronológicos, sino sentimentales. Así, el visitante se enfrenta primero, en el patio del palacio, a las obras de mayor tamaño, entre ellas una escultura-instalación compuesta por cuatro módulos de 246 por 126 centímetros. Tras las obras de impacto, las distintas salas se han vertebrado pensando en los temas (animales, bodegones, naturalezas muertas y flores, comparten una de ellas), en los estilos o incluso en los símbolos más profundos de su iconografía.
"Ha sido muy difícil sistematizar algo que no tiene ninguna vocación de ello -subraya Pedro Pablo Azpeitia-. Pero lo que buscábamos, básicamente, es que la exposición emocionara y que mostrara todas las facetas de esa gran bestia que se alimentaba de pintura y que era Ángel Maturén".
Una 'bestia' que rehuía los círculos artísticos al uso, que en cierta medida acabó pagando la independencia y la libertad con la que quiso vivir. Su obra, hoy, no goza del reconocimiento que debiera, y a paliar esta situación viene la antológica que se inaugura esta tarde, la más amplia y completa que se ha organizado hasta ahora. "Fue un artista puro, que dedicó toda su vida a pintar -señala Víctor Esteban, su hijo-. Y esta exposición revela algunas cosas. Vamos a disfrutar mucho con ella".
No ha sido Ángel Maturén, quizá por su carácter independiente, quizá por las circunstancias, un artista con suerte. La fundación que lleva su nombre y que custodia su legado contaba con un espacio propio en Tarazona, pero en 2004 se extinguió el convenio de colaboración y el ayuntamiento restauró el edificio, la antigua iglesia de San Atilano, para convertirlo en un espacio cultural. Desde entonces... "No se han emprendido eventos especiales -admite Víctor Esteban-, pero está muy bien custodiada, se han cumplido todos los requisitos que ha marcado el Gobierno de Aragón. Se ha diseñado una página web y se ha colaborado en un estudio para elaborar un plan de gestión de la propia fundación". No se ha vuelto a hablar con el Ayuntamiento sobre la posibilidad de que el legado se asiente definitivamente allí, pero tampoco se descarta. "Existe una excelente relación con el ayuntamiento y de momento no se ha hablado del asunto -relata Víctor Esteban, al tiempo que abre una puerta a la esperanza-. Pero el tema se puede retomar en cualquier momento, quizá después de las elecciones". Mientras llega ese instante, la muestra del palacio de Sástago redescubre la obra de un artista torrencial e inclasificable.
Fuente heraldo.es