La situación de los
trabajadores de Caja Inmaculada, hoy Caja3 (al fusionarse junto a Caja Círculo
y Caja Badajoz) es complicada pues la fusión o absorción con Ibercaja los
colocan sobre todo en Zaragoza en una situación compleja de encajar, por
excesivas oficinas muy cercanas entre ellas y unos edificios de gestión que
resultarán complejos de encajar en la nueva entidad resultante. En estos
momentos está abierto un proceso para un despido colectivo que puede afectar a
varios cientos de trabajadores en Zaragoza.
No han empezado bien los
procesos, pues desde la entidad financiera no se ha consultado ni intentado una
negociación previa a la decisión final, para buscar medidas de flexibilidad
interna que fueran menos traumáticas que los despidos de 500 trabajadores.
Curiosamente se publican el número de despidos, pero no se indica ni criterios,
ni sobre quien recaerá el grave proceso de reducción de empleos para entrar en
la salvación a través de la fusión. La gravedad del momento está cayendo sobre
todos sus trabajadores y eso es negativo para la solución correcta. El plan de
reestructuración para la totalidad de Caja3 prevé el despido de 592
trabajadores y el cierre de 187 oficinas.
Para
Aragón es importante una entidad financiera fuerte y capaz, limpia y sin
problemas. Pero también es importante saber gestionar las reformas necesarias
para que afecten de la mejor manera a los trabajadores. Y sin duda, como en
todo proceso de abuso financiero, habrá que buscar responsables cuando no
culpables, para saber por qué se ha llegado a estas situaciones de extrema
debilidad, en empresas que sin duda han cometido errores graves que las han
llevado a l actual situación, que ahora hay que resolver entre otros gestores,
pues curiosamente los responsables se han ido en muchos casos con buenas
indemnizaciones a descansar a sus casas.