Hablábamos en
una entrada anterior de lo que perdió Zaragoza por los dos Sitios que sufrió brutalmente en
los años 1808 y 1809, y del empobrecimiento que supuso esta guerra que evitaba
la entrada de la ilustración en España. Pero en el año 1833 moría Fernando VII,
un reconocido Rey incapaz y malo, absolutista y dictador, que creo un clima
social muy encendido, lo que daba entrada a un nuevo periodo en la Historia de
España y de Zaragoza más abierto, con la
burguesía apoderándose del poder a costa de caciques viejos del mundo rural,
poseedores de todas las tierras y de la capacidad para controlar los trabajos.
Las diversas
fases de desamortización (la más conocida de la Mendizábal) hicieron posible
que en las zonas necesarias para la ampliación de la reconstruida Zaragoza se
pudieran disponer de terrenos urbanos, en manos de la iglesia pero sin uso
urbano pues se empleaban como huertas o zonas de recreo, para ir creando un
crecimiento ordenado de la ciudad hacia la zona de Gran Vía.
Aquellas
décadas si fueron importantes para Zaragoza que pasó en el año 1834 de tener
44.482 habitantes a tener en el año 1857 unos 63.446 vecinos. Un crecimiento en
dos décadas de casi el 50%.
Pero además
Zaragoza se iba dotando de una cierta calidad urbana con mejor iluminación
pública, algunos desagües sanitarios en edificios nuevos, y una iniciativa
urbana y financiera desde el Ayuntamiento que nunca hasta la fecha se había
tenido en la ciudad. Zaragoza se levantaba lentamente de su desastre y empezaba
a conocer la modernidad de aquellas décadas.
Basta
recordar que en el año 1834 se inicia la construcción del Cementerio de Torrero
o se dota de un servicio constante y más amplio y organizado para los Bomberos
de Zaragoza.
Toma forma
definitiva el Paseo de Independencia, la Plaza de España y se construye el
primer edificio de la Diputación Provincial, desplazando el centro de la ciudad
hacia la zona exterior de su muralla romana, la actual zona entre Plaza España
y Plaza Aragón, preparando la ciudad para el crecimiento que impulsa el arquitecto José Yarza
al recibir en el año 1846 el encargo de una especie de Plan de Ordenación
Urbana que plasmó en un plano conocido como el del año 1861, con la posterior creación de la calle Alfonso en el año 1866. Zaragoza va
tomando la forma que hoy vamos conociendo en su zona centro.
En la imagen del plano actual, se puede ver en verde la zona de huertas y recreo de la Huerta de Santa Engracia y del Convento de Santa Catalina y en morado el primer Parque Botánico que tuvo Zaragoza.