Tenemos el
concepto de que Zaragoza se tuvo que defender de la invasión francesa y que en
aquel principio del siglo XIX lo mejor
que hizo fue defender su ciudad del ataque francés, con toda su saña y una valentía
inimaginable. Pero las realidades pudieron ser otras, y sin duda Zaragoza no se
merecía el desastre que tuvo que soportar, tanto en su sociedad civil como en
su urbanismo modelo para otras ciudades.
Sin duda hay
matices en todo tipo de opiniones, pero hay otra versión que se puede discutir,
y que habla y nos dice, que evitando el gobierno francés de España se evitaba
también la ilustración, una cultura más europea, una modernidad que preocupaba
a los caciques de unos territorios en donde unos pocos dominaban a unos muchos.
Lo que sin
duda nadie pone en juicio es que Zaragoza quedó muy destruida por los dos
sitios contra la ciudad, que el número de muertos por ambos bandos fue
tremendo, que las enfermedades y sufrimientos fueron heroicos, pero también que
gracias a que los franceses se asentaron sobre la ciudad de Zaragoza unos primeros
años, se pudo empezar a reconstruir la ciudad a una velocidad continuada para
lo que era posible en aquellos años, que de no haber estado gobernado con mano
militar y muy organizada por el gobierno de la zona ocupada, hubieran podido
dejar a Zaragoza abandonada más a su suerte. Para los franceses lo acontecido
en Zaragoza les sorprendió por su bravura y tenacidad y los obligó moralmente a
intentar ayudar a sus ciudadanos.
Se habla de
50.000 muertos en Zaragoza, una cifra espantosa si entendemos que por aquellos
años de principios de siglo habitaban nuestra ciudad unos 46.000 zaragozanos.
Como es lógico tanto fallecido en la guerra, dentro de Zaragoza, se debe al gran
número de soldados y civiles que vinieron en ayuda de la defensa y de
refugiados que venían escapando de la invasión francesas desde pueblos y zonas
vecinas.
Los franceses
estuvieron 5 años en Zaragoza, hasta el año 1814. Pero se puede asegurar que el
primer tercio del siglo XIX fueron años perdidos, dolorosos, en donde se tuvo
que reconstruir lo destrozado, sobre todo la propia sociedad, que vio mermada
su población en muchos miles de personas. Basta nombrar que en el año 1835
Zaragoza tenía 44.482 habitantes, menos de los que tenia en el año 1806 que se
contabilizan 45.179 vecinos.
Eran años de
reconstrucción, de calles de tierra, de viviendas sin desagües para váteres,
sin agua corriente, sin luz eléctrica que iluminara las zonas de la ciudad,
todavía encerrada entre sus murallas. Son años en los que desde el gobierno
francés se empieza a diseñar el actual Paseo de Independencia y la Plaza de
España en los terrenos ya vacíos del destruido Convento de San Francisco.