En el año 1850 nuestra ciudad, Zaragoza, conocía el primer
local de cafetería (ya hablaremos de ellos en otras entradas). Hace poco más de siglo y medio, que puede parecer mucho o
muy poco, depende de cómo lo miremos, se creaba el primer local de café en Zaragoza, para
sobre todo dar servicio tranquilo a los clientes que les permitía estar
sentados y hablar con tranquilidad. Unas décadas antes había en Zaragoza unos
locales que se conocían como botillerías en donde ya se vendía café de puchero
y bebidas heladas en verano, ayudadas por hielo que se traía desde el Moncayo,
Fuendetodos o desde La Muela, para refrescar las bebidas sobre todo en tiempos
de calor.
Estas botillerías, precursores de las cafeterías y bares de
Zaragoza se empezaron a montar con más o menos calidad de servicio en el siglo
XVIII hasta que mediados el siglo XIX empezaron a desaparecer superadas por el
servicio más limpio y de más calidad de los llamados “cafés” o cafeterías.
En estas precursoras de los bares actuales, de los que se dice había 10 en la Zaragoza del siglo XIX, se servían diversos licores caseros, vinos, refrescos de frutas y pequeños artículos deliciosos de vinagre. Todas las botillerías estaban dentro del lo conocido como casco romano y el ejemplo más parecido hoy de estos locales sería la taberna Casa Paricio en el Coso Bajo fundada en el año 1928. Bar y local de vinos en donde hasta hace unas décadas podías comprar licores y vinos a granel o tomarte unos vinos, unos vermut con sifón, unas gaseosas o limonadas en vaso alto y una notable variedad de banderillas de escabeche, pepinillos u olivas. Todavía hoy se puede acudir a soñar con otros siglos, si nos imaginamos un poco lo que falta.
En estas precursoras de los bares actuales, de los que se dice había 10 en la Zaragoza del siglo XIX, se servían diversos licores caseros, vinos, refrescos de frutas y pequeños artículos deliciosos de vinagre. Todas las botillerías estaban dentro del lo conocido como casco romano y el ejemplo más parecido hoy de estos locales sería la taberna Casa Paricio en el Coso Bajo fundada en el año 1928. Bar y local de vinos en donde hasta hace unas décadas podías comprar licores y vinos a granel o tomarte unos vinos, unos vermut con sifón, unas gaseosas o limonadas en vaso alto y una notable variedad de banderillas de escabeche, pepinillos u olivas. Todavía hoy se puede acudir a soñar con otros siglos, si nos imaginamos un poco lo que falta.
Eran locales en donde los clientes tenían que estar de pie, lo que no impedía que estuvieran muchas horas hablando y conspirando, bebiendo y sujetándose al mostrador para no caer, eran tabernas de hombres y de tardes. Eran locales para disfrutar y para llorar, depende del día.
Las botillerías eran los locales de moda del siglo XVIII y
precursores de los bares y cafés como comentábamos, pero antes que ellas
estaban las alojerías, locales de tradición árabe que servían un brebaje (con
perdón) llamada, “aloja”, y que era una bebida refréscate de agua de hielo, un
agua helada para los veranos, más miel y especies árabes de sabor, tipo canela,
pimienta, jengibre, nuez moscada, clavo y hierbas aromáticas. En aquellos años
no estaba permitido el alcohol en locales públicos, pero algunos se lo saltaban
al comprar y mezclar vinos y la aloja hasta formar bebidas ligeramente
alcohólicas para tomar en grupo. Vamos, un simple botellón actual, pero con
miel, que se tomaba en las entradas de los espectáculos o en los locales de
tertulia entre amigos. También se vendían destilados de agua con cebada (la
clásica cerveza más o menos y mejor realizada) pero también destilados de anís,
pipas de calabaza o melón, almendras amargas con azúcar, anís con guindas o
alcoholes de algorrobos.
Eran las alojerías y luego las botillerías los precursores de nuestros actuales bares, con servicios sobre todo en las entradas de las representaciones teatrales, como hasta no hace muchos años se hacía en Madrid con el teatro de calle, en donde algunos vendedores ambulantes propiciados por la propia obra te vendían “agua, azucarillos y aguardiente” en los Corrales de Comedias como ejemplo de lo que se servía en aquellos siglos en las entradas de los teatros para animar a los clientes. Zaragoza también los tuvo y con el mismo tipo de bebidas que en toda España.